El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

martes, 27 de julio de 2010

La dictadura del paritarismo

Un amigo, que trabaja para una conocida empresa de juguetes, me pide un cuento infantil para colgar en el blog de la misma, y yo le cedo este. Cuál es mi sorpresa, cuando veo el citado blog y constato esto: han cambiado el personaje de la madre por un hermano, Luis, y además lo hacen de forma absolutamente chapucera, introduciendo primera persona en un texto narrado en tercera. Cuando requiero el porqué de que hayan desgraciado así mi cuento, me responden: “para que no sea sexista”.

Partiendo de que el cuento no es sexista en absoluto, incluso me atrevería a calificarlo de feminista militante (tiene gracia que afirme algo así cuando servidor tiene a gala no ser ni lo uno ni lo otro), pues arremete contra el cuento tradicional al uso, en el que ”las princesas son tontorronas y se dejan atrapar por el primer dragón que se encuentran”. Y resulta aún más gracioso que solucionen el supuesto (y por supuesto inexistente) sexismo cambiando un personaje femenino por uno masculino. O sea, que lo que es despectivo y denigrante (que no lo es) para una mujer, es bueno y edificante si se trata un varón.

Con esta vara de medir, debiéramos prohibir la Cenicienta (además de que todos los villanos son mujeres, exhibe un caso de explotación infantil), a Blancanieves, que realiza tareas denigrantes (limpiar y cocinar para los enanos) y a Pulgarcito, un claro ejemplo de abandono paterno.

Da pánico este integrismo ideológico, lo afirmo con toda rotundidad. Aterroriza esta gazmoñería estulta y simplona que impera, alimentada por el bibianismo y las doctrinas laicas de la Moncloa. Causa pavor esta nueva censura que nos tratan de imponer, sobre todo porque se trata de la peor de las censuras imaginable, la autocensura por temor a ser anatemizado al instante y convertirse en un proscrito por la mano de esta progresía ñoña que se ha instalado en el poder.

Y también, y sobre todo, da asco. Disculpen que les deje con la disertación a medias, pero debo ir a vomitar.

jueves, 22 de julio de 2010

Parece qué fue ayer

ZP cumple hoy diez años al frente de su partido. Recuerdo que, entonces, todos dábamos por supuesto que se trataba de un tipo gris y anodino que habían colocado en el puesto para perder unas elecciones en cuyo resultado no cabía alentar la menor esperanza.

Es cierto que no atraviesa sus mejores momentos, maniatado por el nacionalismo radical que él mismo ha alentado en su partido y por el chantaje al que pretenden someterle los vascos si quiere contar con su apoyo, y con el país sumido en la peor crisis que se haya conocido desde la posguerra, en buena medida ocasionada por su pasividad y su negación de la realidad.

No obstante, también es cierto que “ese Bambi de acero”, tal como le calificó Guerra, le ha cortado las piernas a todos los que le encumbraron al cargo con las esperanza de sucederle tras las elecciones, y que ha tenido buen cuidado, con la excepción de sus dos rotwailers personales, Rubalcaba y Blanco, de que no medraran en el partido más que personajes aún más vacuos y anodinos que él mismo, por lo que el vacío tras su segura partida se antoja desolador, haciendo buena la máxima del otro Guerra, Gerrita, el torero: “Después de mí naide”.

Admito que parece que fue ayer, pero también que estos diez años, en particular los últimos seis, en los que ha detentado el poder, se antojan interminables, si bien nada en comparación con los dos que restan en el improbable caso de que agotara la legislatura.

miércoles, 21 de julio de 2010

La soledad del gobernante de fondo.

No quieren a ZP en Rodiezmo. Posiblemente, él tampoco deseara ir, y le presentan la ocasión en bandeja. A decir verdad, da la impresión de que no le complaciese mostrarse en público, al menos entre multitudes, como lo prueba lo que menudean sus apariciones. Y este hecho no sólo obedece al temor a ser abucheado, ni a que se sienta dolido por haber perdido el amor del pueblo, sino porque sufre el síndrome que la Moncloa, que ya padecieran en su día González y Aznar tras ser reelegidos, una dolencia que se manifiesta en el distanciamiento entre el gobernante y su pueblo, al que contempla como una grey de la que el pastor se ocupa, pero con la que no se mezcla.

lunes, 19 de julio de 2010

Caídos del cielo

No siempre resulta sencillo sustraerse a los prejuicios, si bien se antoja una tarea imposible cuando te encuentras con alguien que parece haber nacido de pie, un tipo al que bautizaron Jorge y se hace llamar Ray para disfrutar de un nombre mestizo y pleno de sonoridad, al estilo de Truman Capote. No es fácil sentir simpatía por alguien con un aspecto a mitad de camino entre bohemio y moderno por quien las grandes editoriales parecen sentir debilidad, por un afortunado que se acuesta con cantantes famosas y top models, y reside en Nueva York.

Por eso admito que me enfrenté a la segunda novela de Ray Lóriga con un buen cargamento de prevenciones y juicios previos, aunque los abandoné casi de inmediato, ya que el comienzo me sorprendió gratamente, por más que la obra exhibiera ese estilo ascético y casi telegráfico que se impuso hace unos años, cuando se trataba de trasponer aquí la escritura de los cuentistas norteamericanos. No obstante, ahí quedó todo, pues el argumento se demostró vacuo y artificioso, al igual que los personajes, y resulta evidente que se empeña en extender hasta casi doscientas páginas una historia que apenas daría para veinte.

Hace tiempo afirmé que el éxito es el peor enemigo del escritor en ciernes (puede que de cualquiera), y este libro no redunda sino en reafirmar mi convencimiento. Cuando te publican cualquier cosa que escribas, no existe razón alguna para mejorar.

jueves, 15 de julio de 2010

La honradez de los políticos

Partiendo de que uno no puede otorgar crédito por completo a lo que ve en internet, está información, que aparece en infinidad de páginas, asegura que la esposa de Montilla, que según esas mismas fuentes no contaría siguiera con el bachillerato, disfruta de 16 altos cargos. Este desmentido asegura que apenas ostenta 11, una cifra ridícula para tan meritoria formación, e incluso fuentes como el diario ABC se hacen eco de la noticia.

Todo el mundo sabe que las empresas públicas, cajas y similares son los abrevaderos donde se pagan los favores políticos, y ningún partido dice, y mucho menos hace, nada al respecto, porque ninguno está libre de pecado, aunque este caso resulta particularmente llamativo.

No podemos recortar los sueldos de los funcionarios y congelar las pensiones, y a la vez seguir permitiendo semejante saqueo corsario a las arcas públicas. Doy mi voto al que se comprometa a cortar de raíz este mangoneo.

lunes, 12 de julio de 2010

La silla del águila

¿Qué le falta a la novela del mejicano Carlos Fuentes para que pueda ser considerada una obra maestra? La respuesta es bien sencilla: absolutamente nada.

Cuenta con una nutrida panoplia de personajes, densos y repletos de matices; también con un privilegiado escenario de fondo, la particular y nada sencilla política mejicana en un supuesto futuro a diez años vista, diecisiete desde que el libro saliera de la imprenta; y ante todo con una trama elaborada con el detalle y la prolija complejidad de la filigrana charra, además de un final de impacto, pero también abierto, que permite la posibilidad de una continuación.

La ejecución también resulta fresca e innovadora; la obra se aborda desde el estilo epistolar, circunstancia que le permite contar con la subjetividad que otorga la primera persona en una narración coral y polifónica.

Un libro para disfrutar, releer y recordar.

martes, 6 de julio de 2010

Usar y tirar

Si algo ha de caracterizar a esta sociedad del S XXI que nos corresponde vivir, será el carácter efímero y perecedero de cuanto crea, ese espíritu de un sólo uso que parece impregnar todo lo que produce ¿Recuerda alguien cuándo fue la última vez que llevó a reparar una televisión o una cámara fotográfica?

Y no sólo se trata de artículos de consumo, sino que creamos mitos desechables (el paradigma Chiquilicuatre); incluso la literatura se comporta como producto de temporada, y resulta complicado que un título permanezca en los anaqueles (ya no hablo de los escaparates) de las librerías más que unas pocas semanas.

Todo esto viene a cuento de que después de encargar “El coleccionista de cabezas reducidas” y “Ejecutar a Schubert” en la casa del libro y unilibro, respectivamente, al cabo de unas semanas, en ambos casos me han indicado que los libros no se encuentran disponibles. Supongo que me tendré que quedar con la curiosidad, ya que tampoco son títulos que se encuentren con facilidad en las librerías. Podríamos denominar esto como “la maldición del autor contemporáneo”.