El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

jueves, 23 de abril de 2015

Ritaleaks y otras cosas del poder

Cuando alguien se perpetúa en el poder, tiende a entender el territorio que gobierna como su cortijo y a sus electores como súbditos, cuando no siervos. Por eso es tan sana la alternancia en democracia, aunque sean sólo dos partidos los que roten, y por eso la alcaldesa de Valencia no exhibe pudor alguno en justificar unos gastos suntuarios, amorales y evidenciadores de una absoluta carencia de vergüenza, que merecerían su dimisión inmediata o, en su defecto, su cese fulminante y ulterior expulsión del partido.
De igual modo, los emolumentos percibidos por Trillo y Pujalte pueden ser perfectamente legales, pero son por completo amorales. Si una empresa paga esas cantidades, aunque oficialmente sea en concepto de “asesoramiento verbal”, todo el mundo sabe que semejantes pagos no pueden tener otro propósito que el de comprar voluntades.

Si a esto le sumamos el caso Gürtel, el Bárcenas, el ERE, el Merca Sevilla, El Bankia y un largo e inagotable etcétera, no es de extrañar que el ciudadano común perciba la política como  un inmenso cubo de mierda y a las cortes y distintas administraciones como una versión moderna de la cueva de Alí Babá.

miércoles, 22 de abril de 2015

Justicia “para Rato”

Desde hace tiempo, la puerta de los juzgados parece haberse convertido en el principal foco informativo, pero el caso del ex vicepresidente económico constituye casi un monotema,  y la gente de la calle habla de alzamiento de bienes y blanqueo de capitales como si se tratase de la alineación del Atleti.

Partiendo de que considero que Rato debería estar desde hace tiempo en presidio por la megaestafa que supuso la salida a bolsa de Bankia, me repugna este juicio paralelo del que está siendo objeto en los medios, coreografiado por el principal partido de la oposición, y me sorprende que ni siquiera sus más allegados le concedan el beneficio de la presunción de inocencia.

jueves, 16 de abril de 2015

Elegía en prosa por alguien bien vivo

Se nos marcha Carlos Herrera, y nos deja huérfanos de radio, con esa suerte de vacío cósmico que sólo resulta de las mayores pérdidas.
Apenas han pasado unos días, y ya añoro su voz en el coche, de camino al trabajo, conminando a los camastrones a abandonar el lecho; su campechanía y sencillez con la gente de la calle, así como su firmeza y su ausencia de pelos en la boca, por más que luciese barba, cuando entrevistaba  al mandatario de turno (con el rico y el poderoso, hay que ser orgulloso, que decían en historias de Filadelfia).
Nos deja Carlos Herrera, y la radio nos parece menos una compañía, un cómplice, que un aparato que mete ruido. Las mañanas se antojan grises sin esa forma suya de reír los chascarrillos a la gente más graciosa y ocurrente, a la que parecía atraer como una suerte de irresistible imán.
Nos dejas, Carlos, como ese tío predilecto que emigraba por sorpresa Alemania, huérfanos de duende, pero sobre todo nos dejas con esa incertidumbre de la hija que abandona la carrera en el tercer curso, y el padre no sabe si es para meterse a monja o a corista.
Nos dejas, Herrera, en la desazón de tanto fósforo mojado, de angustias mañaneras y silencios de radio.

martes, 7 de abril de 2015

La desintegración de UPyD

El partido de Rosa Diez parece mortalmente herido de autoritarismo por exceso de mano derecha o defecto de izquierda, puede que ambas cosas.
El paradigma de “El que se mueva no sale en la foto” sólo funciona en los partidos convencionales, infestados de estómagos agradecidos y donde la gente está para medrar. Si lo que tienes son personas con principios, que están en la política por ideales, ni siquiera se puede mandar, sino que hay que liderar.
La dimisión de Cantó tiene mucho de simbólico, de ese triunfo de la desilusión que marca el fin de los enfermos terminales. El resto es sólo cuestión de tiempo.

lunes, 6 de abril de 2015

La dictadura del teleoperador

Todas las grandes compañías han desistido de entenderse con el consumidor, o simplemente atenderle, y, en su lugar, han optado por parapetarse tras una muralla infranqueable de teleoperadores armados con el conocimiento de un único procedimiento para realizar las cuatro operaciones básicas y escudados tras la ignorancia o incapacidad para llevar a cabo cualquier otra tarea no incluida en ellos.
Las compañías, telemandadas por algún docto ejecutivo que no entiende más que de números gordos (los informes que manejan contienen una relación texto/gráficos inferior a la de un álbum infantil ilustrado, y su complejidad no es mucho mayor) han decidido que sale más rentable perder a un determinado porcentaje de clientes, cabreados como monas, que atender al resto como Dios manda. Por otra parte, como la competencia emplea el mismo criterio, el éxito de la estrategia está garantizado.
Hace unos meses decidí cambiar dos contratos que mantenía con una compañía energética por otra de la competencia. Uno de ellos fue migrado sin problemas, si bien el otro, contumaz e irreductible, permanece con el antiguo proveedor. Al cabo de unos meses de seguir recibiendo facturas del anterior, reclamo al nuevo por qué no ha realizado el cambio y, tras relatar la incidencia a media docena de teleoperadores, voy a dar con uno que me dice que lo único que se puede hacer es realizar de nuevo el contrato (por supuesto, sin tener la menor idea de por qué falló la primera vez), por lo que otra vez debo invertir media hora en la ceremonia de la contratación telefónica. Pues bien, si no te vale con una vez, volvamos a la segunda, ya que el contrato sigue a reacio a migrar y, tras recibir otras dos facturas del antiguo operador, vuelvo a la carga, con idénticos resultados. Tras contar la misma batalla una docena de veces, sigo sin otra opción que volver a perder otra media hora en la contratación, por supuesto, sin llegar a saber por qué ha fallado las dos veces anteriores, y parece evidente que va a fallar la tercera y todas las sucesivas, así que me he negado a malgastar otra media hora más.


Solución: tendré que buscar otra compañía a la que migrar los dos contratos, si bien no descarto que, con sólo dos contratos, acabe sufriendo a tres  proveedores.