Ver mi nombre impreso en la contraportada de un diario gratuito, o en las de un suplemento dominical, y repartir mis derechos con una agente de apellido compuesto y despacho en Barcelona. Convertirme en fijo de la feria del libro y de San Jordi, y dejadme admirar por amas de casa embelesadas por la atenta gentileza de mis dedicatorias. Acudir a las tertulias radiofónicas y ser presentado como escritor e intelectual. Firmar con un sello de prestigio y que mi editor, en lugar de tratar de sacarme los cuartos, me invite a almorzar. Impartir conferencias e inaugurar centros culturales, incluso leer pregones. Suscribir manifiestos y, si la ocasión lo merece, hasta redactarlos. Opinar sobre todo y parecer que se sabe lo que se dice, o al menos algo más que el común de los tertulianos. Acudir a recepciones, inauguraciones y eventos de relumbrón, y cobrar por hacerlo. Ser parado por la calle y confundido con un político o presentador, alguien famoso, al fin y al cabo. Permitir que parientes y amigos se saquen unos cuartos aireando mis miserias. Lograr que remotos amigos de la infancia recuerden con vivida intensidad nuestros improbables momentos en común.
Hacer todo lo anterior y, con suerte, reservar algo de tiempo para escribir.
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11 comentarios:
Pero poco, me refiero a tiempo para escribir, una vez se es escritor objeto, casi que ya no hace falta.
Un abrazo
Ojú, Juan Carlos, hoy te has pasado con las torrijas.
Anda ya hombre, con lo bien que tú estás con tus controles numéricos, tus autómatas y escribiendo en todo el tiempo que te queda libre, deja, deja, eso para el Pérez Reverte y similares.
Un abrazo
Pues sí, una se pregunta cómo se puede escribir si a la vez se hacen tantas cosas. Supongo que es una rueda en la que se entra en ciertos niveles, o que esa rueda en la que algunos están les facilita la entrada a publicar por primera vez o más. Quizá todo se alimenta. También creo que hay gente que se levanta a las 6, escribe esas 4 horas o lo hace al revés, de 10 a 2 de la mañana, porque tiene otro trabajo o porque "su trabajo" sea estar de tertulia en tertulia o similar. O sea, que no sé, que habrá de todo. Incluso habrá quien vaya a tertulias, escriba manifiestos y hasta encima escriba bien y venda mucho. No sé, es variado ¿no?
..y que sean otros los que escriban por ti creo recordar, toda una industria invisible, a uno muy afamado de esta provincia y experto en castillos me refiero.
Pepa:
Tampoco ahora cuento con demasiado tiempo, no te piense.
Rafa:
Me temo que mi texto era más ironía y mala leche que una declaración de principios.
Aurora:
Creo que el problema está en que apenas nadie puede vivir de sus derechos. O.Sipán, cuando le preguntaban si se puede vivir de la literatura, respondió que se puede vivir de la literatura y sus afluentes.
Jesús:
¡Qué sería de este negocio sin los negros! Es famosa la anécdota de Dumas, que, hayándose consternado por el falleciniento de el principal de sus negros, recibió una visita que se presentó así: "Sr. Dumas, soy el negro de su negro".
Saludos a todos y gracias por la visita.
A ver Juan Carlos,
¿tú ha escrito alguna novela histórica que recoga algún hecho de relumbrón?
¿tú bebes del budismo, el taosimo, o algún -ismo que venga de oriente?
¿has denunciado en alguno de tus libros alguna injusticia mundial?
¿Qué me dices? ¡Que no! Pues hasta que no puedas responder SÍ a las tres pregutnas olvídate de los editores generosos y de las amas de casa aduladoras.
Un abrazo.
Tampoco pueden afirmarlo Juan Manuel de Prada o espido Freire y hacen cuanto refiero y más, así que ya puedes ir buscando otra excusa.
Saludos.
Me apunto...
También lo mio era irónico Juan Carlos, pero aquí no se nos ve la cara.
Un abrazo
Si, vivir de la literatura significa vivir de los afluentes. Lo malo es eso, que los afluentes llegan a ser más importantes que el caudal principal...
Un abrazo y buena semana
Rafael:
Tiene ud. razón.
Mª José:
Lo que ocurre es que los afluentes son más, el acceso está más limitado y son menos los que pretenden beber de ellos.
Un abrazo.
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