¿Qué le falta a la novela del mejicano Carlos Fuentes para que pueda ser considerada una obra maestra? La respuesta es bien sencilla: absolutamente nada.
Cuenta con una nutrida panoplia de personajes, densos y repletos de matices; también con un privilegiado escenario de fondo, la particular y nada sencilla política mejicana en un supuesto futuro a diez años vista, diecisiete desde que el libro saliera de la imprenta; y ante todo con una trama elaborada con el detalle y la prolija complejidad de la filigrana charra, además de un final de impacto, pero también abierto, que permite la posibilidad de una continuación.
La ejecución también resulta fresca e innovadora; la obra se aborda desde el estilo epistolar, circunstancia que le permite contar con la subjetividad que otorga la primera persona en una narración coral y polifónica.
Un libro para disfrutar, releer y recordar.
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9 comentarios:
Pues otro más para leer. Es difícil conseguirlo, pero me encanta cuando los libros resisten el paso del tiempo; sólo grandes autores lo consiguen.
Un abrazo
Carlos Fuentes es (o debiera ser) de los que se consiguen sin dificultad en las bibliotecas públicas.
Saludos.
Tomo nota; mexico me encanta
He leido el poder del perro y estoy deseando encontrar alguna novela situada allí que valga la pena.
Esta la vale, garantizado, aunque supongo que cualquier otra del autor también vendría bien.
Saludos.
Y por supuesto (se me olvidaba) "Los detectives salvajes", de Roberto Bolaño, una de las obras culmen del SXX.
Saludos de nuevo
No era un libro apuntado en mi lista de la compra, pero voy a pensarlo.
Un beso
No te defraudará, asegurado.
Un abrazo.
Le falta universalidad y una caducidad más aseada.
No es tan extravagante como Carpentier ni tan condensado como Borges.
¿Es universal Márquez, o Bolaño?
Aunque la novela de Fuentes se enmarca en el méxico profundo, las intrigas y conspiraciones, los navajazos traperos entre aspirantes, sí que son universales.
Yo diría que Fuentes no es extravagante en absoluto, más bien de un realismo cínico, si bien no considero que esta sea una cualidad imprescindible en literatura. Y nadie es tan condensado como Borges, por lo que este aserto es una tautología aplicada a cualquier escritor.
Saludos.
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