Cualquiera que no lo
conociera mínimamente podría suponer que, desde su proclamación como candidato,
el dirigente socialista ha sufrido un súbito ataque de talibanización, cuando
no una exótica demencia transitoria, que un día lo hace arremeter contra los
banqueros y al día siguiente contra el constitucional, hasta el punto de que a
nadie le extrañaría encontrárselo con rastas, bombachos y una camiseta de
tirantes, o vistiendo chilaba y postrado hacia la Meca.
Como dijo Jonathan Swift: “La ambición suele llevar a las personas a
ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma
postura que para arrastrarse”. Así lo prueba este candidato que, por si
alguien no lo tenía del todo claro, está demostrando que es capaz de cualquier bajeza
con tal de arañar un voto. La mera hipótesis de que alguien así pueda regir los
destinos del país le arranca escalofríos al más insensible.
Esta casta de políticos
oportunistas, dispuesta a ganar a todos sus adversarios con sus propias armas y,
si es preciso, se muestra más antisistema que los del 15M o más separatista que
ER, le está haciendo un flaco favor al país, pues cada voto que mercan con estos
engaños le renta beneficios a las minorías con las que compiten, además de a la
propia imagen de la clase política, a la que, por fuerza, estamos comenzando a contemplar
como una caterva de seres amorales y carentes de escrúpulos, capaces de todo
por aspirar el poder, no digamos ya por mantenerse en él.
3 comentarios:
Pero nada, Sombras, como es "de los nuestros" pues se le seguirá votando.
Sinceramente, confío en que no.
Saludos.
Eres un confiado, amigo Juan Carlos.
Como dijo el torero Rafael el Gallo cuando un amigo le preguntó qué opinaba sobre nuestra guerra civil y el maestro respondió: "Pues no sé qué decirte. La gente de un lado y la del otro están haciendo unas cosas, que ya no sé quiénes son los malos y quiénes son los míos."
Saludos
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