Cuando
servidor estaba firmemente convencido de que la tontuna de ciertos políticos
era insuperable (aquí
y aquí),
la realidad se empeña en demostramos que el límite de la estulticia es infinito.
Si
en su día ya considerábamos que vender la honorabilidad por un puñado de trajes
encarnaba el colmo de la estupidez, hacerlo por un puñado de globos es tan
absurdo que no tiene siquiera nombre.
En
todo caso, Pedro Gonzalez, gerente de interglobo, ha reconocido públicamente que
instaló en dos ocasiones los globitos de marras en casa de la ministra y que
ella misma le indicó donde y como ubicarlos, así que ni siquiera puede alegar
ignorancia.
Parece
un hecho probado que Ana Mato ha metido la cuchara en la olla podrida de Correa, y
debe dimitir o ser cesada: no existe otra alternativa.
2 comentarios:
Pues a ella no le consta Juan Carlos, por lo tanto no tiene porqué dimitir.
Saludos
Supongo que Rajoy debe estar esperando a ver si la cosa se arregla sola para que, al final, tenga que acabar dimitiendo tarde, mal y nunca, como el de los trajes.
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