Siempre han existido bestias de dos
patas, animales que se regodean de las desgracias ajenas y se regocijan
repitiendo gracias chuscas sobre las mayores tragedias.
El problema es que antes lo hacían en
el bar, y los cuatro parroquianos a los que les tocaba sufrirles los tomaban
por borrachos o mentecatos, cuando no ambas cosas, y el asunto no pasaba de
ahí.
Hoy, cuando uno de estos iluminados
desparrama su talento, lo hace para todo el que quiera prestarle oídos
electrónicos y, aquí es donde viene la parte buena, sus desvaríos quedan
registrados para que la ley deje caer todo su peso sobre estos lamentables
individuos (calificarles de personas se antoja excesivo, dicho lo dicho).
Lo más sorprendente de todo es que dos
concejalas socialistas, cuando se supone que la política, desde Maquiavelo, es
el arte de los golpes bajos y las puñaladas traperas, en concreto las de
Vilagarcía de Arousa y Meis, hayan hecho ostentación de tamaña ingenuidad, por no hablar
de la obscenidad y falta de sensibilidad de sus palabras.
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