Todas las
grandes compañías han desistido de entenderse con el consumidor, o simplemente atenderle,
y, en su lugar, han optado por parapetarse tras una muralla infranqueable de
teleoperadores armados con el conocimiento de un único procedimiento para
realizar las cuatro operaciones básicas y escudados tras la ignorancia o incapacidad
para llevar a cabo cualquier otra tarea no incluida en ellos.
Las compañías,
telemandadas por algún docto ejecutivo que no entiende más que de números gordos
(los informes que manejan contienen una relación texto/gráficos inferior a la
de un álbum infantil ilustrado, y su complejidad no es mucho mayor) han
decidido que sale más rentable perder a un determinado porcentaje de clientes,
cabreados como monas, que atender al resto como Dios manda. Por otra parte,
como la competencia emplea el mismo criterio, el éxito de la estrategia está garantizado.
Hace unos
meses decidí cambiar dos contratos que mantenía con una compañía energética por
otra de la competencia. Uno de ellos fue migrado sin problemas, si bien el
otro, contumaz e irreductible, permanece con el antiguo proveedor. Al cabo de unos
meses de seguir recibiendo facturas del anterior, reclamo al nuevo por qué no ha
realizado el cambio y, tras relatar la incidencia a media docena de
teleoperadores, voy a dar con uno que me dice que lo único que se puede hacer
es realizar de nuevo el contrato (por supuesto, sin tener la menor idea de por
qué falló la primera vez), por lo que otra vez debo invertir media hora en
la ceremonia de la contratación telefónica. Pues bien, si no te vale con una
vez, volvamos a la segunda, ya que el contrato sigue a reacio a migrar y, tras
recibir otras dos facturas del antiguo operador, vuelvo a la carga, con
idénticos resultados. Tras contar la misma batalla una docena de veces, sigo
sin otra opción que volver a perder otra media hora en la contratación, por
supuesto, sin llegar a saber por qué ha fallado las dos veces anteriores, y parece evidente que va a fallar la
tercera y todas las sucesivas, así que me he negado a malgastar otra media hora
más.
Solución:
tendré que buscar otra compañía a la que migrar los dos contratos, si bien no descarto que, con sólo dos contratos, acabe sufriendo a tres proveedores.
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