Casi todo el mundo ha sufrido alguno de esos vecinos molestos, de esa clase que desconoce el término “estar al corriente de pagos” y acostumbra a erigirse en la mayor fuente de perturbaciones de la comunidad, circunstancia que no supone óbice para que exhiban por hábito quejarse de todo y de todos.
Si bien nadie se libra de los efectos nocivos de su compañía, siempre acostumbran a elegir una víctima predilecta, alguien que contemplan como su igual, si no su inferior, pero que, a sus ojos, disfruta de una existencia cómoda, regalada y, por supuesto, inmerecida, circunstancia que los convierte en el objeto primordial de sus iras.
Nosotros (España) somos la víctima; no se precisa demasiada perspicacia para averiguar la identidad de los vecinos quisquillosos.
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4 comentarios:
Muy buen símil. Se ve que el puente te ha sentado bien.
Celebro que te guste. Me consta que donde tú vives la gente está muy sensibilizada al respecto.
Saludos.
Por ponerte un ejemplo: cuando se destrozó mi coche por el accidente y acudí a la frontera con mi nuevo coche para darlo de alta y poder entrar con él en Marruecos, me exigieron que trajera el coche antiguo porque todavía no estaba dado de baja. Yo les enseñé la baja del coche antiguo que estaba en el desguace, pero no entraban en razón. Resultado: veinte euros de soborno y listo. Surrealismo puro.
Curioso, ¿verdad? Parece Burkina Faso, y allí se tiene a la vuelta de la esquina.
Un abrazo.
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