Por caprichos del calendario, un numeroso porcentaje de mortales (entre ellos mis hijos) extenderá sus vacaciones navideñas hasta el próximo lunes. Un servidor, que apenas ha disfrutado de los días estrictamente festivos, la pasada semana tenía la sensación de encarnar un Robinsón urbanita y desamparado en la despoblada oficina, en la que sólo me acompañaba la recepcionista, mi Viernes de turno.
Supongo que serán cosas de la edad, pero a un servidor estas fiestas ya se le hacen largas y casi agradece disponer de unos días entre medias para retornar al trabajo y a la nunca lo bastante valorada rutina.
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6 comentarios:
¿Se puede confesar el gusto por la vuelta al trabajo sin que lo tachen a uno de loco?
Yo, por si acaso, sólo dejo constancia aquí, no vaya a ser que me encierren.
Saludos.
Ánimo Juan Carlos! Que ya queda menos para que terminen estas fiestas, seguro que la recepcionista opinaba como tu. Para mi estas fiestas ya no son lo mismo, los avatares de la vida nos da muchos palos. Pero de todas formas quiero desearte unos...
¡¡¡Felices Reyes!!!
Dany:
Yo ya lo confieso sin ambages. Si uno se atreve a confesar que es escritor, puede admitir cualquier cosa.
María Jesús:
Te deseo que recibas un saco lleno de ilusiones y nuevos proyectos.
Saludos a todos.
Te entiendo, y sé también que cuando pasan estas fechas uno tiene una cierta añoranza. Qué mente mas complicada la del ser humano.
Es lo que tiene alcanzar una cierta edad, cuendo vivir se va convirtiendo, cada vez más, en dejar atrás.
Un abrazo.
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