Con este calificativo no me refiero a Chucky y a su novia, ni siquiera a videojuegos violentos y con contenido sexual explícito, sino a juguetes con una apariencia de lo más inocente y, por lo común, orientados a niños de menos de cinco años. A pesar de que no son juegos de construcción ni ningún indicio pudiera inducir a sospechar al incauto padre de su verdadera y malévola naturaleza, cuando la alborozada criatura abre su caja el día de Reyes, el progenitor descubre, horrorizado, que en su interior no se encuentra juguete alguno, sino cientos de diminutas piezas y una miriada de pegatinas, acompañadas por un manual de instrucciones que ya quisieran emular muchos sudokus, como si el importe satisfecho no bastara para cubrir la mano de obra de ensamblaje.
Sepan Uds. que no ser regalan tantas Nintendo DS porque las prefieran los niños, sino porque ya vienen montadas.
PD: quien suscribe, invirtió casi toda la tarde del día seis en montar el hospital de los barriguitas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Yo estuve media hora con mis sobrinos para montar una especie de máquina que construye "gormitis".
Sí, hay mucha malaleche entre los jugueteros.
Un abrazo.
Lo único que se me ocurre es que estos juguetes diabólicos son la antesala para comprar un mueble en IKEA.
Un beso y Felíz Año Nuevo, aunque vaya con este retraso
Rafael:
Seá que te ha salido iconoclasta. Qué felicidad, la del vástago y la del progenitor.
Mery:
No estaría mal tu idea, si sirviera para preparar a los muchachos para lo que les aguarda, pero lo que hace es castigar, aún más, a los pobres padres.
Saludos a todos, gélidos y nevados.
Estoy con Mery, al final nos entrenan para el Ikea, ese lugar infernal. Yo es que pago por no leer instrucciones, de verdad. Es lo último que leo y así, claro, no hay manera. En fin, el balón de antes que no tenía papeles ni nada...
Publicar un comentario