Acabo de concluir la lectura de “La fiesta del Chivo”, y mi impresión es que Llosa desperdició la ocasión de escribir una obra maestra de doscientas páginas por escribir una novela de quinientas. No voy a afirmar que se trate de una obra mediocre, pero el abuso de rodeos y circunloquios, así como la infinidad de personajes que aparecen en la historia sin que sean relevantes para la trama, determinan que la obra, que podía haber sido apasionante, pierda tensión narrativa y, por momentos, su lectura resulte un tanto penosa. Además, el personaje central de la obra, Urania Cabral, al final resulta ser un MacGuffin, una trapacería estilística de segunda de la que no debiera haberse valido un escritor de primera como se supone que es el peruano.
Habrá quien piense que, al criticar una obra del reciente premio Nóbel, estoy perpetrando poco menos que un sacrilegio, o que quizá un servidor padezca veleidades iconoclastas, pero los hechos hablan por si mismos. Un mito urbano afirma que Carver llegó a ser el gran escritor que fue porque su editor empleaba las tijeras a discreción y dejaba sus obras reducidas a lo esencial. Quizá, en el dos mil Llosa estaba ya en una posición en la que ningún editor hubiera osado obrar así con él, si bien es indudable que le hubiera hecho un buen favor.
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6 comentarios:
Es indudable que en cuestión de gustos cada cual elige el color que más le gusta. Es normal que así sea y en la diversidad se encuentran muchas razones. Pero hay gustos, crítica literaria en su caso, que raya en la temeridad y en la fantochada. Decir, que por momentos la lectura es penosa, me parece de descerebrado intelectual.
Ni así viviera usted quinientos años se acercaría al talón de Vargas Llosa,escritor.
¿Sobre qué méritos se alza usted para descalificar una obra, consensuada, como obra maestra?
No se ponga en ridículo con "críticas" como esta.
Disculpe si alguna de mis palabras le ofende, pero tus tonterías me han indignado.
En efecto Señor, tachar a alguien de descerebrado fantoche por afirmar que una lectura le resulta penosa (sin aportar un sólo argumento más) es de sesudo intelectual, claro que sí.
Para criticar cualquier obra (consensuada como obra maestra o no, particular que me importa un pimiento, tal como debiera a ocurrirle a Ud. si disfrutara de criterio propio, o apenas de criterio) no preciso de más méritos que haberla leído y disponer de opinión propia, señor inquisidor.
Y, con su "opinión" (vea que soy bastante generoso limitándome a añadir unas comillas en lugar de agregar epítetos), Ud. sí que se pone en ridículo, Señor "jamásosaréacontradecirloquevieneenloslibros".
Saludos.
una de tantas pendiente, veremos si vivo para leerla al paso que voy de consumir y adquirir libros, este se ha quedado muy al fondo en la estantería
En ocasiones, la compre y acopio de libros se convierte en un acto compulsivo.
Saludos.
Conste que no eres el primero ni el último al que oigo un comentario en este sentido.
Es absurdo que se te critique por esta apreciación, muy lícita, tengas o no razón a los ojos de otros lectores.
Un abrazo
Mery:
No faltan quienes, en lugar de opiniones y argumentos, esgrimen dogmas de fe, un caso de fundamentalismo literario.
Un abrazo.
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