“Memorias de mis putas
tristes” de G.G. Márquez, me ha servido para reconciliarme con el colombiano, a
quien leí con profusión (y, sin duda, sin el debido rigor) cuando apenas
abandonaba la adolescencia y del que quedé empachado. No es su obra maestra y
ni siquiera le hace honor al título, pero aporta una versión fresca y original
del amor en la vejez.
“El viaje de Jonás”,
de mi paisano J.L. Jiménez Lozano, no me ha resultado tan gratificante. A decir
verdad, se me ha antojado un mero divertimento, con poca substancia, de quien
se siente adulado por la crítica y desdeñado por el público, y, y sabe su
publicación segura por subvencionada.
Y disculpen Uds. estas intermitencias estivales.
3 comentarios:
Te añado a la breve propuesta "El coronel no tiene quien le escriba"
-Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto
a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el
momento de responder:
-Mierda.
Como un rayo que todo lo atraviesa y me parte el corazon supe tambien adolescente que yo no era mas que una sobreprotegida y podia llegar el día en que si confiaba en los demas terminar comiendo "eso"
(De G G Marquez me gusta mucho de lo que escribe y no mucho de lo que dice pero sigo en deuda con él)
una nos sé, la de Márquez inició su caída por la inflexión con aquello del secuestro.
Cauta y valiosa mujer:
Ese es uno de los que había leído (sin el debido rigor hace años), pero el fragmento es una joya.
Jesús:
Supongo que se debe haber cortado el mensaje, porque no lo acabo de entender.
Saludos a todos.
Publicar un comentario