El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

jueves, 3 de noviembre de 2011

Desunión Europea


El problema de que Papandreu haya sacado la vena levantisca, de adolescente rebelde en plena edad del pavo, no es que los mercados se hayan vuelto histéricos (siempre lo están: si no es por esta causa, lo será por otra), sino que el incidente demuestra el enorme sinsentido que supone la Unión Europea, ese monstruo con un solo cuerpo y 27 cabezas.
Imaginen ustedes una familia que comparte techo, pero cada cual hace su vida, dispone de sus finanzas a propia voluntad y se endeuda sin contar en el resto: pues bien, esa imagen es benévola comparada con la realidad de la Unión.
El despropósito se multiplica en España, donde además el gobierno central está casi desprovisto de competencias, y tenemos otras 17 administraciones autonómicas dedicadas a guerrear por su cuenta, cuando no entre ellas.
Por añadidura, padecemos el dislate de que las decisiones del parlamento europeo no sirven de nada si no cuentan con el visto bueno de la cancillera Merkel, y que los ”fuertes” se apresuran a ofrecer como chivo expiatorio a los “débiles” a la mínima sospecha de que pueden venir mal dadas, como constatamos que ocurrió con laobligación de  recapitalización de la banca española.
Tenemos un serio problema, que no se arregla con cataplasmas. La Unión precisa una verdadera vertebración, que pasa por la cesión de competencias de los estados miembros, que garantice que la Unión haga una política global, buscando el beneficio de su conjunto, en lugar de estas intrigas palaciegas en las que cada cual apenas aspira a su propio provecho.

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