Mi
primera conclusión sobre el debate es que su importancia se ha
sobredimensionado.
A
lo largo de los días previos, se ha estado otorgando una desmesurada notoriedad
al debate y a cómo lo estaban preparando, como si los candidatos fueran dos púgiles
que optaran al mundial de los pesos pesados. Tras contemplar su desarrollo,
tuve más la impresión de asistir a una pelea de pesos moscas poco belicosos,
que intercambian unos pocos golpes, más coreográficos que contundentes, los
justos para que el público no les silbe.
En
cuanto a los contenidos que aportaron ambos candidatos, los encontré del todo
irrelevantes: Rubalcaba se limitó a formular una serie de ideas peregrinas, más
propias de ZP que de él mismo, mientras que Rajoy recurría una y otra vez a una
idea tan bonita como abstracta, crear empleo, sin explicar cómo iba a lograr
tan meritorio fin.
En
el aspecto frívolo, me sorprendió el modo escandaloso en el que Rubalcaba guiña
y bizquea cuando habla, especialmente llamativo en su exposición final (porque
no le quitaron el plano), y que, al menos a mí, me hacía sentirme bastante
incómodo, pues daba la impresión de que iba a sufrir alguna clase de colapso.
Mi
segunda conclusión es que el debate resulta intrascendente. A la llegada a sus
respectivas sedes, los candidatos fueron aclamados por sus partidarios como
hinchas futboleros que celebran un título europeo, y los medios de uno y otro
signo incurren en el mismo pecado. Por ejemplo, Público abre su portada con “Rubalcaba
acorrala a Rajoy con su ‘programa oculto’”, mientras que ABC titula “Rajoy, en las encuestas... y en el
debate” y La razón “Rajoy presidente”
Resulta
incuestionable que el debate no convence más que a quienes ya están
convencidos, y que los indecisos se dejan guiar más por impulsos o intuiciones
que por las vaguedades que se expresaron en el mismo. Entonces, ¿qué sentido tiene celebrar estos
cara a cara? Parece evidente que son una mera liturgia, una de las partes más
vistosas del espectáculo mediático que constituye la campaña electoral, una
mera exhibición de los candidatos frente a sus incondicionales, una pelea de
mentirijillas o un combate de pressing catch.
3 comentarios:
Yo no lo vi Juan Carlos. Alabo tu paciencia si fuiste capaz de soportarlo hasta el final.
Saludos
yo tampoco lo vi, ¿para qué? yo tambien alabo tu paciancia.
un saludo
marian
Esto es el circo, de veras...
Y menosmal que no se le da mucha importancia. Lo malo sería lo contrario...
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