Es de dominio público que los certámenes literarios auspiciados por las
grandes editoriales y con muchos ceros en el botín son todos una farsa.
Lo
lamentable es que los medios le hagan el caldo gordo a estas operaciones de
mercadotecnia y no se nieguen en redondo
a participar en semejante fraude. Sobre todo me duele por todos los pobres incautos
(entre los que un día me conté, allá por el 2005) que envían sus obras a dichos concursos imbuidos por la ilusoria y ridícula esperanza de que puedan tener
alguna opción de ganarlos, o al menos el premio de consolación, consistente en
que la editorial se fije en tu obra.
Lo que nunca he acabado de entender es que corporaciones locales se
avengan a actuar de mamporreros de las editoriales y participen en este vergonzante
mercadeo apenas por ver su nombre en la
prensa.
Resulta curioso que las pocas voces que surgen para denunciar este
trapicheo lo hagan únicamente cuando les tocan lo suyo, como es el caso de José Sanclemente, socio de Roca Editorial,
que clama desde su blog
contra RBA porque utiliza los jugosos 125.000€ euros de su certamen para quitarle
a uno de sus autores (Michael
Connelly).Y es que ya se sabe: amigos, muy amigos…
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