Parece evidente que el mes de
septiembre pone en ebullición las hormonas del candidato socialista, y esto le provoca
la pérdida del juicio o la vergüenza. Hace
un año, le acusábamos de haberse talibanizado, si bien ahora da un paso más
y se calza las polainas de Agustina de Aragón para rechazar el rescate europeo,
eso sí, sin proponer nada a cambio, porque, fuera de la ayuda europea, no nos
queda otra que la autarquía y el regreso al trueque y la economía de guerra.
Aunque todos sepamos que no supone más que mera impostura, un rol asumido
para tratar de llamar la atención que un electorado que lo desdeña aún más que
al inoperante Rajoy, llama la atención la desvergüenza de un dirigente capaz de
recurrir a semejante demagogia.
Por otra parte, queda más que probado que Europa, tal como es hoy en día,
representa un serio inconveniente para salir de la crisis en lugar de formar
parte de la solución. Si España no estuviera integrada en la moneda única,
bastaría con que el estado pusiera en marcha la máquina de imprimir billetes y
provocase una devaluación y una inflación moderada para revitalizar la
economía. Por el contrario, estamos sometidos al antojo de unas instituciones
económicas manejadas por una Alemania que sigue obsesionada por la inflación desde
los años 30, o sea: desamparados y a merced de la voracidad de los mercados.
Si a alguien se le ocurre una solución, que la cuente. Chistosos
abstenerse (va por Ud., Sr. Rubalcaba) .
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