Diego Torres, el socio del
duque empalmado, se ha empeñado en actuar como un inmenso ventilador que rocía
mierda a todo quien se ponga a su alcance; el último en disfrutar de este
privilegio ha sido García-Revenga, secretario de las infantas. Cabía esperar
que el resto de imputados, de alto abolengo, iba a tratar de hacerse el tonto y
volcar toda la responsabilidad en él, que, con loable previsión, ha tenido buen
cuidado de ir acumulando carnaza que arrojar al instructor.
Pero la mierda no se
restringe a la casa real, sino que tenemos al ex tesorero del partido en el
gobierno imputado e indultando millones de euros que Montoro no es capaz de
encontrar, ayuntamientos enteros comprados por la mafia rusa y periodistas virtuales
con retribuciones de ensueño. Tenemos tonadilleras y abnegadas ex esposas que
veían llegar a un alcalde con bolas de basura repletas de billetes de quinientos
y tienen la desfachatez de decirle al juez que no vieron nada extraño en ello.
Tenemos un país hundido en
la miseria, en el que los de siempre se han pegado el festín del siglo y no han
dejado otra cosa que mierda, eso sí, para repartir a carretadas.
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