Admito
que, aunque este presidente será recordado por la posteridad como el campeón
del recorte, jamás llegué a creer que se atreviese a acometer la reforma de la
administración que anuncia estos días.
En
todo caso, y aún que aún está por ver que se cumpla la máxima que anuncia: “una
competencia, una administración”, no puedo dejar de reconocer la valentía de
Rajoy al osar siquiera plantear meter mano al abrevadero de familiares y
amigos, cementerio de elefantes y pagadero sin fondo de favores en el que se han
convertido buena parte de las administraciones, en especial las autonómicas.
No
es de extrañar que la oposición, casi en bloque, se haya opuesto a la citada,
pues estos cholletes son la única forma que les queda de acomodar a sus
cesantes.
Desde esta página, a menudo hemos clamado porque
siempre se fuera a por la cartera más débil, la del contribuyente, se recortase
el salario a funcionarios y se despidiera a muchos interinos, la mayor parte de
ellos desempeñaba labores esenciales en la educación y la sanidad, en lugar de
cerrar estos sumideros de fondos públicos instalados en muchas
administraciones.
Ya
veremos en qué queda todo.
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