El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

jueves, 21 de julio de 2011

Por fin, Camps


Si esta era la conclusión inevitable, resulta imposible comprender por qué se ha demorado tanto. Por qué obligarse a sí mismo y a su partido a soportar el escarnio de que su nombre fuera traído a colación cada vez que se hablaba de corrupción o inmoralidades como ese inevitable “y tú más”. Por qué convertirse en el centro de atención de la prensa e inspiración de maledicencias de toda clase.

Siempre sospeché que Camps había sido más estúpido que corrupto. Por aceptar dos docenas de trajes (¿puede alguien necesitar tantos trajes?) de un tipo como Bigotes, esas prendas contumaces que no se ha podido quitar de encima durante casi tres años, pero mucho más por encargárselos a ese sastre con nombre de torero y vocación lírica que le ha cortado muchos más trajes figurados que literales, y que parecía estar buscando en todo momento las cámaras para ponerse  a cantar como un canario flauta.

Le ha hecho mucho daño Camps a su partido, y no sólo porque su nombre haya sido sinónimo de corrupción durante veintiocho meses, sino porque su caso ha probado la verdadera talla de estadista de Rajoy, un tipo cuya estrategia principal es la inacción y aguardar que los problemas se resuelvan solos.

3 comentarios:

Martha Cecilia Cedeño-Pérez dijo...

Comparto tu acertado análisis sobre el caso Camps y sobre el papel del pusilánime e inactivo Rajoy. La política española quema...
Un abrazo

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Amén maestro.
Lo malo es que nos quieren convencer que lo han hecho bien y que se ha sacrificado por el bien de todo el mundo; menos por él: ¡un carajo!
Un abrazo

Juan Carlos Garrido dijo...

Martha:
Más que quemar, apesta.

Rafa:
Como se dice en mi tierra: "Tanta dicha lleves, como paz dejas".

Saludos.