Eso
sí, después de las declaraciones que ha perpetrado este fin de semana, atado y con bozal.
Cuando
el candidato socialista afirmó sin pudor alguno: “Si esperamos a que Dios mande indicaciones económicas, vamos
listos", debía pensarse que se encontraba en el bar del congreso con
el tercer güisqui en la mano. No se puede ofender a más de la mitad de la
población, delante de micros y cámaras, y después aspirar a presidir la nación.
Rubalcaba
encarna a la perfección lo que el saber popular denomina “un cabo latiguero”,
un tipo despiadado a quien nada se le escapa y que fustiga inmisericorde a
diestro y siniestro, y lo último que debe hacer alguien así es meterse a chistoso,
porque sus chuscas ocurrencias, maldita sea la gracia, levantan ampollas a todos salvo a los cuatro
acólitos que están obligados a reírselas.
Columna publicada en El Soplón
Columna publicada en El Soplón
1 comentario:
En efecto, el panorama no parece muy halagüeño, pues Rajoy ha demostrado que puede ser muchas cosas, pero no un alguien resolutivo.
Salud siempre.
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