Acabo de leer “Tragedia y esperanza”, de Carrol Quigley, y he
encontrado en el libro mucho de lo primero y nada de lo segundo.
A pesar de que los
juicios y opiniones vertidos por el autor son bastante discutibles, cuando no
meros prejuicios, no se puede cerrar los ojos a la contundencia de los hechos,
que prueban que vivimos en un mundo dirigido por un puñado de oligarcas, y todo
el resto de aparato pseudodemocrático no constituye sino mero atrezzo para imbuirnos
la ilusioria esperanza de que tenemos alguna opción de intervenir en las decisiones
de gobierno.
El texto detalla cómo
todos los últimos presidentes y la mayoría de su gabinete (hasta el momento de
publicación del libro) de EEUU eran miembros del CFR, una institución en manos
del PODER económico con mayúsculas. También explica cómo todos los movimientos
de izquierdas americanos han sido teledirigidos, mediante su financiación, por
gente tan poco sospechosa de simpatizar con el comunismo como D. Rockefeller,
J.P.Morgan, incluso la fundación Carnegie.
Si esto ocurre en la
nación más rica y poderosa del mundo (de momento), pueden hacerse lo que
ocurrirá en un país de todo a cien como el nuestro.
El estado de ánimo que
te deja la lectura del libro es la desolación inherente al conocimiento de la
verdad. No en vano alguien dijo que la ignorancia es el estado propio de la
felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario