El gesto del
ministro, mandando callar a la diputada de UPyD parece propio de otros tiempos
u otras latitudes. En cualquier caso, resulta absolutamente impropio para
cualquier occidental del siglo XXI, mucho más para un ministro, que debe cuidar
de sus palabras y sus actos cien veces más que un ciudadano cualquiera.
Sin conocer
las interioridades del caso, parece evidente que el ministro no se ha
preocupado de salvaguardar los derechos de la ex comandante como es debido. También
encuentro admirable que UPyD haya ejercido de valedor de la citada, tanto como
que fuera el único partido que pidiera en el parlamento Europeo medidas
concretas, a la americana, y no solo vergonzante tibieza verbal en respuesta a
los atropellos que está sufriendo la oposición y, en general, todo el pueblo
venezolano. Tan admirable, como deplorable la cobardía de Podemos, incapaz de
morder la mano que le da de comer, y
patética y trasnochada la postura de IU, con unos patrones de conducta,
anclados en la guerra fría, que le impiden condenar a cualquier gobierno que huela, aunque sea vestigialmente,
a comunismo.
UPyD viene
demostrando largo tiempo que es un partido con principios éticos y que actúa
conforme a ellos, un partido serio y sin grandes alharacas. No obstante, parece
que va a ser devorado, por la izquierda y la derecha, por los dos partidos de
nuevo cuño, que están sabiéndose vender mejor en los medios.
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