Con
sorprendente indolencia, estamos asistiendo a una constante e imparable subida
de los precios del carburante, casi un 50% en los dos últimos años, sin que
este hecho despierte la alarma y la agitación social que cabría esperar.
Son
muchas las causas que se esgrimen, desde el aumento de demanda de los países
emergentes hasta el teórico y más que debatible Pico de Hubbert, si bien, al igual que ocurrió con los cereales
hace unos años, el tiempo probará que la causa primordial es la especulación en
el mercado de futuros.
Resulta
a todas luces aberrante que, con una pequeña inversión, pueda controlarse el
precio de un producto esencial, causando que vaya a parar una porción muy
superior del importe final del barril a los beneficios de la especulación que a
los gastos de producción.
Vivimos
épocas convulsas, y, al igual que en el caso del mercado de deuda, los grupos
de inversión, con el único objetivo en mente de su cuenta de resultados, no
pestañean si su inmoral mercadeo aboca a la ruina a países enteros y a la
tragedia a millones de vidas.
Los
gobiernos deben buscar con urgencia la forma de poner coto a esta especulación,
o prepararnos para retornar a la autarquía y el trueque.
2 comentarios:
Veo difícil que los gobiernos pongan frenos a una especulación que beneficia claramente a quienes los mantienen.
Saludos
A lo mejor a los gobiernos no le interesa amigo. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
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