El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

viernes, 30 de marzo de 2012

El fútbol no es sexo telefónico



Algunos incluso opinarán que es mejor que el sexo, o quizá lo único que hace vibrar al personal masculino cuando lo otro se ha convertido en una rutina cada vez más infrecuente, y ver correr a veinte tipos tras una pelota queda como el único placer que uno puede permitirse varias veces a la semana (¿hay algún día que no den fútbol por televisión?).
Se quejan los alemanes, en perfecto español, del precio exorbitante de las entradas, y no les falta razón, pues por el importe de una sola se puede asistir a unas cuantas funciones de teatro, paradoja a todas luces inexplicable, mucho más en los tiempos que corren, y que invita a preguntarse por qué la crisis parece no hacer mella en este deporte, a pesar de los más de 750 millones de euros que los clubes adeudan a hacienda.
No importa no llegar a fin de mes o no poder pagar el gas, pero el fútbol ni me lo toquen, oigan (lo afirma uno de los pocos extraterrestres a los que el fútbol les resulta intolerablemente aburrido).

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