jueves, 21 de febrero de 2013
miércoles, 20 de febrero de 2013
Espías de playmobil (y II)
Como
decíamos ayer,
ni siquiera para espiar valemos en este país, y parece que los fisgones de Método
3 se limitaban a cotillear las sobremesas de los políticos patrios en la Camarga y otros restaurantes de postín donde nuestros
representantes se homenajean con cargo al contribuyente o a Corrreas y
similares, que viene a ser lo mismo.
No
estaría mal que, por una vez y sin que sirva de precedente, se hicieran
públicos los dossieres incautados a la agencia para que pudiésemos dar fe de los
chistes subidos de tono y el nivel intelectual general de nuestros políticos cuando se quitan la careta de personas respetables.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Me quedan 30 libros
Servidumbres de publicar con una editorial pequeña: el editor me deja en
depósito los restos de la primera edición para que los coloque, y, hasta que no
lo haga, no sale la segunda en tiendas convencionales (Casa del Libro y Corte
Inglés).
El caso es que, después de que todos mis
familiares amigos y conocidos tengan un ejemplar dedicado, aún me quedan
30 libros para liquidar la primera edición, así que, si alguien desea adquirir un
ejemplar, dedicado o no, se lo envío por correo. Basta con que me envía un
mensaje al correo que aparece en mi perfil.
martes, 12 de febrero de 2013
Por un puñado de globos
Cuando
servidor estaba firmemente convencido de que la tontuna de ciertos políticos
era insuperable (aquí
y aquí),
la realidad se empeña en demostramos que el límite de la estulticia es infinito.
Si
en su día ya considerábamos que vender la honorabilidad por un puñado de trajes
encarnaba el colmo de la estupidez, hacerlo por un puñado de globos es tan
absurdo que no tiene siquiera nombre.
En
todo caso, Pedro Gonzalez, gerente de interglobo, ha reconocido públicamente que
instaló en dos ocasiones los globitos de marras en casa de la ministra y que
ella misma le indicó donde y como ubicarlos, así que ni siquiera puede alegar
ignorancia.
Parece
un hecho probado que Ana Mato ha metido la cuchara en la olla podrida de Correa, y
debe dimitir o ser cesada: no existe otra alternativa.
miércoles, 6 de febrero de 2013
Los papeles y el papelón
Alguien
me ha comentado su extrañeza porque un servidor no se haya pronunciado al respecto. Aunque es
público y notorio que el que suscribe no va a romper una lanza en defensa de la
integridad de los políticos, lo cierto es que no tengo claro qué pensar al respecto.
Por
supuesto que no me extrañaría que hubiera contabilidad B en el PP o en
cualquier otro partido, ni de que se repartieran incentivos en sobres, incluso
en bolsas de basura, pues es de dominio público que los políticos son de los de
“haz lo que yo digo, no lo que yo hago”.
No
obstante, en este caso me extrañó que apareciesen los papeles justo cuando se
estaba procesando a su presunto autor, si bien el asunto comenzó a oler verdaderamente
mal en el momento en el que Bárcenas desmintió su autoría a destiempo y después de
que esta hubiese sido confirmada por varios peritos.
Lo
que resulta indudable es que, desde que aparecieron los papeles en cuestión, se
ha hablado mucho más sobre ellos que sobre la millonada de la que disfrutaba el
ex tesorero, que parece haber brotado como champiñones en la oscuridad de sus
cuentas suizas.
A
pesar de todo el revuelo, a mí me preocupa más el dato que se colaba ayer a
hurtadillas en los noticiarios: el paro subió en enero en más de ciento treinta mil personas,
dejando una cifra de casi cinco millones de desempleados.
Insisto
en que ésta es la mayor tragedia social que recuerda nuestro país desde la
postguerra, y no sólo por el problema económico que supone, sino porque un
desempleado de larga duración es alguien al que se le está privando del derecho
a sentirse una parte útil de la sociedad, y por tanto de parte de su dignidad, y constituye un problema humano de
primera índole.
Lo
peor de todo es que Marianín ha ido a visitar a doña Ángela, la que tiene la
sartén por el mango, para pedirle que abandone esta suicida política de
recortes y la jefa se ha limitado a despacharle con una tibia promesa de ayudas
europeas para el desempleo juvenil, algo equivalente a tratar a un desnutrido
terminal con un par de gominolas.
Éste
es el verdadero papelón de Rajoy, y no unos apuntes contables apócrifos.
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