El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

viernes, 25 de febrero de 2011

Revoluciones mediáticas

La caída de los dictadores egipcio y tunecino tienen en común el hecho de que no se han debido tanto a las protestas populares como a la repercusión mediática de las mismas, razón por la que Gadafi trata a toda costa de blindar sus fronteras a los periodistas.

Estos tiranos, al igual que el de Marruecos, han estado sostenidos por occidente como una forma de frenar el fundamentalismo, incluso el pirado libio disfrutó en cierta medida de este amparo pese a su debilidad por el terrorismo, por lo que no es de extrañar la tibia (y vergonzosa) respuesta de los gobiernos, del mismo modo que otros sátrapas, en especial en iberoamérica, fueron sostenidos tiempo atrás para detener el avance del comunismo.

Lo que no sabemos es cómo va a explotar esta olla a presión, que, al menos en el caso de libia, tiene un aspecto realmente malo.

martes, 22 de febrero de 2011

Up in the air

Existen películas que te hacen pasar un buen rato y otras que te tocan la fibra sensible, si bien la inmensa mayoría se limita, mejor que peor, a hurtarle hora y media al tedio. No obstante, en contadas ocasiones, casi desde los primeros instantes uno tiene la sensación de que va asistir a la proyección de una obra maestra, y “Up in the air” es una de estas rarísimas excepciones.

La fórmula es tan sencilla de enunciar como difícil de llevar a cabo: un planeamiento original e innovador, un personaje central sólido y complejo, el interpretado por Clooney, y unos secundarios que le ponen el contrapunto justo para que la trama resulte desconcertante, insólita, divertida y emotiva, todo es su justa proporción para lograr una película para el recuerdo.

Imaginen ustedes alguien que se dedica a despedir a otros, un cínico curtido y con callo en todas sus emociones. Por añadidura, el tipo se dedica a impartir conferencias para ejecutivos aburridos sobre la necesidad de desprenderse de ataduras materiales y personales. Consideren, además, para sumar colorido a la historia, que este tipo, que viaja un día sí y otro también, se ha habituado a vivir en aviones y aeropuertos, haciendo de la eventualidad su razón de ser, alimenta la obsesión de llegar a ser la séptima persona que llegue a acumular diez millones de millas de American Airlines (el equivalente a puntos Iberia Plus).

Justo en ese punto, irrumpen en su vida dos mujeres: una es una suerte de improbable versión femenina de él mismo (ella llega a decirle: “yo soy tú con vagina”); la otra es una compañera de trabajo, la típica jovencita ambiciosa y sabelotodo que ha convencido al jefe de ambos para que se decida a realizar los despidos por videoconferencia, circunstancia que acabaría con el modo de vida del protagonista, forzándole a probar una dosis de su propia medicina. Cada una de estas mujeres impulsa uno de los dos hilos paralelos en los que se desarrolla la trama.

Como cabría esperar, él cínico acaba por enamorarse de su versión femenina, y la listilla emprende una suerte de viaje iniciático con el protagonista, que sirve de excusa para que este muestre a su compañera, por añadidura al público, por qué ha llegado a ser como es, su peculiar escala de valores, en realidad un castillo de naipes que está a punto de desmoronarse por ambos lados a la vez a causa de las dos mujeres. Y lo mejor de todo: cuando el espectador comienza a presagiar que va a contemplar un “happy ending” de los que tanto gusta el público americano, la película te sorprende con un final desconcertante que te deja sin aliento, también con muchas preguntas.

Una cinta que se te hace corta y te deja con ganas de más, o al menos de verla de nuevo.

lunes, 21 de febrero de 2011

En el nombre del cerdo

Sin duda Pablo Tusset, pseudónimo de David Homedes Cameo, ha logrado una novela original y que se lee sin dificultad; no obstante, buena parte de la trama (yo diría que más de la mitad) así como el que en principio se intuye como el personaje principal, el comisario Pujol, no tienen influencia alguna en el desarrollo de la misma, por lo que se dirían metidos de relleno o víctimas de la improvisación, revelando que el autor comenzó a escribir el libro sin saber cómo había de concluir y se vio en la necesidad de irse deshaciendo de personajes cuando se quedaban sin cometido.

En este punto, me veo obligado a reivindicar la redondez, esa perfección sin mácula que sólo es posible hallar en la narrativa breve, si bien la novela siempre debiera aspirar a este imposible aunque se sepa inalcanzable.

jueves, 17 de febrero de 2011

Policía sentada de España

Me permito parafrasear el nombre del mítico cuerpo canadiense, porque acabo de escuchar en en la radio que sólo pueden patrullar poco más de la mitad de los efectivos de la policía nacional que debieran hacerlo porque, a causa del recorte presupuestario, no se reparan los vehículos que se averían.

Es evidente que en una situación de estrechez económica hay que reducir dispendios, pero este tipo de gasto es justo la clase que no hay que eliminar, más bien al contrario, porque las penurias generalizadas determinan que esté aumentando la delincuencia.

Digo yo si no sería mejor eliminar algunos despilfarros que, con mucha generosidad, podrían calificarse de exóticos, como el ornamental ministerio de igualdad, ahora reconvertido a secretaría de estado, enviar a la miembra del gobierno y su séquito de intrigantes improductivos a engrosar las listas del INEM, reparar los coches patrullas y evitar que la mitad del cuerpo de policía se pase el turno jugando al mus en la comisaría.

El mejor escribano echa un borrón

Acabo de concluir la lectura de “La fiesta del Chivo”, y mi impresión es que Llosa desperdició la ocasión de escribir una obra maestra de doscientas páginas por escribir una novela de quinientas. No voy a afirmar que se trate de una obra mediocre, pero el abuso de rodeos y circunloquios, así como la infinidad de personajes que aparecen en la historia sin que sean relevantes para la trama, determinan que la obra, que podía haber sido apasionante, pierda tensión narrativa y, por momentos, su lectura resulte un tanto penosa. Además, el personaje central de la obra, Urania Cabral, al final resulta ser un MacGuffin, una trapacería estilística de segunda de la que no debiera haberse valido un escritor de primera como se supone que es el peruano.

Habrá quien piense que, al criticar una obra del reciente premio Nóbel, estoy perpetrando poco menos que un sacrilegio, o que quizá un servidor padezca veleidades iconoclastas, pero los hechos hablan por si mismos. Un mito urbano afirma que Carver llegó a ser el gran escritor que fue porque su editor empleaba las tijeras a discreción y dejaba sus obras reducidas a lo esencial. Quizá, en el dos mil Llosa estaba ya en una posición en la que ningún editor hubiera osado obrar así con él, si bien es indudable que le hubiera hecho un buen favor.

lunes, 14 de febrero de 2011

Mangatarios

No logro acabar de entender cómo es posible que Camps, después de ser condenado por corrupción, siga sin dimitir y, además, se postule de nuevo como candidato. Encuentro tan lógico (si presuponemos que el político medio carece por completo de escrúpulos y vergüenza) que se aferre al cargo con uñas y dientes, como incomprensible que su partido lo mantenga en él. Y es inadmisible la excusa de que se trata sólo de unos trajes, ya que este particular sólo prueba la estupidez de Camps al venderse tan barato.

Igual de intolerable resulta el hecho de que Gómez mantenga como número dos a otra condenada en firme por la justicia y trate de justificarla alegando que no se ha lucrado (o al menos no ha podido demostrarse que lo haya hecho) con las actividades que le valieron la condena. Esto es: tirar el dinero de los contribuyentes, como se ha probado que lo ha hecho esta señora, no es una falta por la que un político deba sonrojarse, mucho menos dejar el cargo.

Me avergüenza esta casta política, estos mangatarios que han rebajado tanto el listón moral (ya no hablamos de eficiencia ni de buena gestión), que basta con que uno de ellos no atesore bolsas de basura repletas de billetes de quinientos para que sea considerado un modelo de virtud.

Échenlos ya, leñes; si no lo hacen por sus gobernados, háganlo al menos por mantener las apariencias.

sábado, 12 de febrero de 2011

Vuelva Ud. mañana (y II)

Por caprichos del destino, tengo que volver a la misma refinería, a realizar una operación similar a la anterior. Al igual que la otra vez, invierto más de seis horas en llegar a la Línea, por lo que les ahorro los detalles.

07:30: esta vez sí que son puntuales con la apertura del comedor para el desayuno. Sabiendo lo que ocurrió la anterior ocasión, he quedado a las ocho y cuarto.

8:05: estoy en la portería de la refinería, vestido de pies a cabeza con ropa ignífuga y antiestática, además de casco, gafas y calzado de seguridad, como si me dispusiera a desmontar la refinería yo solito y volverla a montar.

8:35: la persona que debe acompañarme, la misma de la otra vez, llega con retraso, si bien ya he asumido que esta debe de ser su condición natural.

8:55: en un tiempo record, hemos conseguido un permiso de trabajo. Incluso llego a fabular que es posible que regrese a Madrid antes de las siete, a tiempo de jugar al pádel.

9:05: demasiado bonito para ser cierto. Ahora hay que entregar el permiso al encargado de zona, que, para estampar una rúbrica en la hoja, invierte media hora, interrumpiendo el proceso por cada nimiedad que se le presenta entre medias. Sin duda debe profesarle ojeriza a mi acompañante, si no, no se explica.

9:55: Por fin llega la persona que debe anular la extinción automática de incendios por CO2. Todo lo que debe hacer es girar un interruptor, algo que podíamos haber hecho perfectamente nosotros, no en vano nos han impartido el fastuoso curso de seguridad. Además, la semana anterior un servidor recibió el curso preceptivo para entrar en REPSOL, de dos días de duración. En realidad, ya lo había recibido en el 2005, pero alguien, que sin duda debe hacer negocio con esto, ha decidido que caduque a los cinco años ¿Se imaginan Uds. que les caducara el título de la carrera o el permiso de conducir?

9:58: Trabajo realizado, todo recogido y luces apagadas. Mi acompañante debe venir conmigo hasta la salida para quedarse con mi tarjeta una vez haya salido (es reutilizable para otras visitas). Pasamos por la sala de control, en teoría para dejar allí una caja, pero empieza a hablar con unos y con otros, y debo esperar allí más de media hora. Pienso que bien podía haberme acompañado a la salida y luego dedicarse a hacer lo que tuviera que hacer.

10:37: por fin estoy en portería. Me apresuro a quitarme la camisa ignífuga, que raspa como lija del siete, y me encamino a Málaga.

12:01: a pesar de que he tenido la suerte de dejar el coche de alquiler al encargado de la compañía, que en ese momento estaba en el parking, debo cambiar el billete en las taquillas. Aunque sólo hay dos personas delante de mi, a la que están atendiendo es una de esas que para sacar un billete aprovecha para preguntar al empleado sobre el funcionamiento de todo el sistema ferroviario.

12:03: anuncian que se cierra el acceso al AVE de las 12:05. Todavía siguen atendiendo al señor de antes, así que tendré que esperar al siguiente tren, el de las 14:15.

17:30: por fin estoy en casa. Para realizar un trabajo de treinta segundos escasos, tres minutos si contabilizamos los que se tarda en encender y apagar el ordenador, he invertido más de 28 horas. Les dejo a Uds. las conclusiones.

jueves, 10 de febrero de 2011

El que (me) la hace (me) la paga

En sus comienzos al frente de la FSM, un servidor no sabía muy bien qué pensar de Tomás Gómez, un tipo de apariencia gris, mirada torva y modales un tanto hoscos para quien aspira a ganarse el voto moderado. Para sorpresa general, le ha bastado el triunfo pírrico de las primarias para sacar la vena stalinista y purgar sin reparos (y sin medida) a todos los que apoyaron a la candidata megaguay.
Partiendo de que Gómez y Lissavetzky tienen pocas opciones en sus respectivas candidaturas, el espectáculo lamentable y cainita que estan ofreciendo les va a favorecer poco en sus campañas, y, si el que suceda a ZP es un poco inteligente, hará bien en purgar a ambos a modo de escarmiento ejemplar.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Todas las autonomías son iguales…

… aunque algunas son más iguales que otras. No en vano, Orwell demostró el gran acierto de que los cerdos encarnasen a la clase política en su magistral alegoría, y no porque de ellos se aproveche todo ni porque nos gusten hasta sus andares, sino por su voracidad insaciable y su gusto por hozar en la mierda.

Era evidente que se iba a soliviantar el patio como lo ha hecho, y, una vez más, sembramos el caos y el desconcierto por doquier. En ocasiones, incluso me planteo si ZP podría hacerlo peor si lo intentara a propósito y, sinceramente, lo dudo.

lunes, 7 de febrero de 2011

La familia siempre cuida de los suyos

Esta frase, que podíamos poner en boca de don Corleone, en esta ocasión pertenece a otra “familia”, la socialista.

Puesto que lo de juez estrella (o starlet, dada su probada tendencia a la promiscuidad con el poder) pinta mal, la ministra progrueguay, la Trini, aprovecha la cumbre de Mar del Plata para proponerle a su homóloga colombiana, Holguín, que le busque un chollete en ultramar al ya ex magistrado, eso si, a cargo del erario público español, esto es: a costa de sus impuestos y los míos.

A un servidor se le llevan los demonios cada vez que uno de estos señoritingos (y no caeré en la memez ZPeista de añadir: y señoritingas), que disponen de España como si fuera su dehesa, saca el talonario de todos para pagar favores a los suyos. Esto, que en otro país hubiera supuesto la dimisión inmediata del ministro de turno y la caída del gobierno, aquí ni siquiera le cuesta a la ministra unas explicaciones en el congreso.

Sale todo muy barato aquí, y algunos, ebrios de poder, parecen disfrutar de barra libre.

viernes, 4 de febrero de 2011

Como el buey esta cansado y ara poco…

… pues que trabaje también por la noche.

Aunque suene a chiste, poco más o menos esto es lo que viene a decir la reforma de la ley de pensiones. Partiendo de que se trata de un sistema injusto, pues hace referencia a edad, no a años cotizados (salvo una pequeña coletilla), parece recochineo que pretendan subir la edad de la jubilación para todos cuando es público y notorio que buena parte de la población se está prejubilando, que son los que determinan que la edad media de jubilación se muy inferior a la teórica y que el coste social de estos despidos camuflados recaiga en el INEM, que en definitiva somos todos.

No obstante, sindicatos y patrones bendicen la medida, y nos encontraremos con el sinsentido de ver a un albañil, que cotiza desde los 18, currando a los 67 y a un oficinista, que empezó a cotizar a los 25, prejubilado a los 58.

Se preguntará Ud., entonces, qué lógica tiene esto, y es muy sencilla: resulta mucho más sencillo gravar a la dócil y sumisa mayoría (como cuando nos subieron el IVA), que meterle mano a las grandes corporaciones, que son las que abusan de las prejubilaciones.