El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

lunes, 25 de agosto de 2008

El melón autonómico

Por los pelos (o por treinta monedas de plata) se ha librado mi queridísimo ZP de acudir al congreso a explicar cómo se compone este rompecabezas imposible donde faltan o sobran piezas, según quien lo mire.

Durante la pasada legislatura, hemos asistido al dislate de cómo primero una autonomía pedía la Luna, después otra, enrabietada, solicitaba Marte, para que al final otra, envalentonada, reclamase sus derechos sobre la Vía Láctea, y el gobierno, en un alarde de talante y capacidad de diálogo, ha concedido a todos absolutamente todo cuanto pedían. Lo malo es que, ahora, estas pérfidas autonomías van y solicitan que les den lo que les corresponde según sus flamantes, remodelados y ombligocéntricos estatutos, y resulta que no hay. En vez de admitirlo (o de haber cumplido con su deber y oponerse cuando fue el momento), este gobierno de la inoperancia y la negación de la verdad se limita a echar un poco de tierra, apenas dos paladas, sobre el cadáver y a rezar para que no apeste demasiado y aguante, aunque sea, hasta la próxima legislatura.

Aun así, esto no nos va a salir gratis, porque, para acallar a unos y a otros, va a tener que ir aflojando por aquí y por allá, sin dejar a nadie satisfecho, pero, al fin y al cabo, aflojando. Y no debemos olvidar que el dinero no es del gobierno, sino de nosotros, los pobrecitos contribuyentes, y que el gobierno se limita a administrarlo (o a jugar al monopoly con él, según como se mire).

Este servidor jamás ha entendido la supuesta utilidad del estado de las autonomías y siempre lo ha contemplado como una absurda multiplicación de cargos y organismos que sólo sirve para tirar dinero, un dispendio tolerable, a duras penas, en tiempos de bonanza, mas inadmisible con la que se avecina.

Por supuesto, en esta familia de hijos caprichosos y pedigüeños que son las autonomías, ninguno está satisfecho y todos quieren más. Las autonomías más favorecidas empiezan a solicitar que se revise la balanza fiscal. Ya puestos a revisarla, que se continúe con las provincias, los municipios, los barrios, las comunidades de vecinos, y al final, con cada uno de los contribuyentes: es decir, que se vaya al cuerno el modelo de estado de la solidaridad y que cada cual se apañe con lo suyo. Así no pagaríamos impuestos, y el que tenga trabajo que coma y el que no que ayune. Que cada cual construya sus veinte centímetros de autovía y se pague el médico cada vez que enferme.

A pesar de lo evidente de la situación, seguimos empeñados en hacer un pan con unas hostias, cada cual reclamando obstinado los derechos de su autonomía a un estado (al que no deben pertenecer) en apariencia ubérrimo e inagotable. Aquí tenemos el melón, abierto y ya medio podrido. Y además hay menos rodajas que comensales. A ver como sirves este postre, ZP.

lunes, 18 de agosto de 2008

La cuenta de la vieja

La “desaceleración acelerada” no se debe tan sólo a que los bancos no tengan ni un euro que prestar al insensato que decida invertir en ladrillos, ni a los cientos de miles de nuevos parados que se han generado en los últimos meses, sino a la sensación que tienen la mayoría de los ciudadanos, aquellos que no tienen cuenta de gastos en los presupuestos generales del estado y por tanto no pueden permitirse el lujo de pensar que estamos mejor preparados que el resto de Europa para capear este temporal, de que la cosa está fastidiada de veras, y, cuando uno se encuentra ante una tesitura así, lo primero que hace es apretarse el cinturón un par de agujeros.

Y para darse cuenta de que esto ya está sucediendo no se precisa conocer los indicadores macroeconómicos, que lo más probable es que el gobierno “cocine” hasta que resulten de su gusto, sino que basta con observar pequeños detalles de la vida cotidiana. Un servidor, que el año pasado y los precedentes sufría los monumentales atascos que se producían en la A6 todos los fines de semana, este año no ha encontrado ni uno sólo, ni siquiera este puente en el que media España celebra fiestas y siempre se producían embotellamientos antológicos. Y no sólo se trata de eso, sino que se puede ver bastantes mesas vacías en terrazas que antes siempre tenían cola, y, si se le pregunta al carnicero, al pescadero o a cualquier otro, sin excepción te confirmarán que se vende menos y que además la gente se decanta por los productos más baratos.

Pero claro, si uno vive en una torre de marfil y no sabe cuánto cuesta un café, puede osar decir que la cosa no está tan mal y quedarse tan fresco. Cuando no se ha perdido el empleo ni se pasan apreturas para llegar a fin de mes, uno se puede permitir alegrías dialécticas y dedicarse a jugar con el lenguaje, como si esto cambiase la realidad.

¿Y saben qué les digo? Pues que hacen muy requetebién. Si los votantes te lo permiten, ¿por qué vas a tolerar que la realidad te estropee un bonito discurso?

martes, 12 de agosto de 2008

Hipocresía

Estos días nos estamos enterando, gracias a los telediarios, de la existencia de una remota región llamada Osetia, y además, miren Uds., que hay una del norte y otra del sur. Por otra parte, es absolutamente sorprendente la fría asepsia con la que todos medios tratan la noticia y, hasta la fecha, este servidor no ha escuchado ni siquiera a un tertuliano marginal, levantar una voz indignada en contra del conflicto bélico, a diferencia de lo que pasó con la guerra de Irak. Lo mismo sucede con los gobiernos occidentales, tan ardorosos defensores de los derechos humanos; tan sólo se ha hecho patente la tibia queja de los americanos.

A uno, que nunca se ha vanagloriado de estar al tanto de los entresijos de la política rusa ni se conoce al dedillo la región, le da la impresión de que al gobierno ruso, que nunca se ha caracterizado porque el bienestar de sus ciudadanos (y más si son de los que no votan) le quite el sueño, le animan otros motivos distintos de los que alega como causa de la intervención. Entonces, de modo casual, te enteras de que esos territorios ignotos son atravesados por varios gaseoductos y oleoductos con los que Rusia nos abastece a buena parte de occidente y todo empieza a estar mas claro.

Los octanos ni me los toquen, oigan.

lunes, 11 de agosto de 2008

El timo de la estampita

Recomiendo encarecidamente leer hasta el punto final este enlace que he copiado del blog de Soboro. Explica, como no he visto en ningún otro sitio, el porqué de la crisis que estamos viviendo, que no se debe a otro motivo que a las malas artes de los “genios” que se dedican a inventar arabescos financieros, los de los sueldos de vértigo y contratos blindados, que no son otra cosa que versiones refinadas del viejo timo.

Ahora parecemos sorprendidos por la aparición de la crisis, pero antes nadie se hacía de cruces cuando se construía muy por encima de las necesidades reales de vivienda, se vendía muy por encima de su precio razonable y se daban créditos muy por encima de los umbrales de riesgo más temerarios. Hasta hace bien poco, la mayoría pensaba que el ladrillo era la mejor forma de inversión y que la vivienda jamás bajaría de precio, ¡y eso que ya estábamos viendo lo que pasaba en América! Y es que, en este mundo globalizado hasta las últimas consecuencias, caíamos en la infinita ingenuidad de pensar que lo que sucedía en Illinois no afectaba al vecino de San Quirico

Léanlo ustedes, y después me cuentan.