El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

lunes, 29 de diciembre de 2008

Los fantasmas de Edimburgo.


¿Merece la pena leer esta novela de Eloy M. Cebrián (alias Bucéfalo, otro de los pobladores de PL.com)? Sí, sin duda.

Tras empezar por la conclusión, procedo a despedazar con sanguinaria impiedad el libro: la novela comienza con una brillantez deslumbrante que le mueve a uno a preguntarse cómo demonios no se ha oído hablar (ni se ha leído) más del autor. El texto tiene un inequívoco carácter freudiano que evoca a los escritos de Jesús Tíscar; no obstante, el citado siempre es directo y contundente como un puñetazo en los morros, mientras que Cebrián es retorcido y alambicado como un martirio chino. Un poco más tarde, el lector se percata de que el autor va a narrar toda la biografía anterior a los hechos del protagonista y que no debe distar mucho de la propia, un recurso de principiante (el famoso paradigma de Auster/Sachs que he citado varias veces en esta página) que nunca hubiese sospechado de un autor tan breado como Eloy. Jamás se es objetivo en lo que respecta a uno mismo, sobre todo en la relevancia que pueden tener para otros los acontecimientos que se consideran capitales, y esta es la clave de que el libro flojee en su trama central, la adolescencia y época universitaria del protagonista. El final lo encuentro correcto (y la última frase genial), si bien, en los prolegómenos del mismo, la historia se antoja más propia de un adolescente calenturiento y onanista que de un escritor cuarentón, detalle que no contribuye, precisamente, a acrecentar la verosimilitud del libro.

A pesar de que la lectura me  ha resultado fácil y entretenida, admito que he quedado defraudado ante la avalancha de críticas (sin duda en exceso) elogiosas que había leído sobre el mismo y que me habían hecho fijar unas expectativas demasiado elevadas.

Estoy de vuelta



Y aprovecho para responder (y corresponder) a todas las felicitaciones navideñas que me habéis dejado.

Un servidor ha pasado estas fiestas (y pasará el resto de los días que no trabaje) en este pueblo de nombre tan curioso como propenso al chascarrillo, al que, por supuesto, no puede recurrir por ser la localidad natal de su santa esposa, donde no dispone de acceso a internet y uno se siente como una suerte de Robinson cibernético.

¡Felices fiestas a todos!

lunes, 15 de diciembre de 2008

Adiós confianza

Si algo va a cambiar esta crisis, es la confianza que al ciudadano de a pie le inspiraba la banca. En estos tiempos de descreimiento absoluto, el ciudadano medio profesaba una fe ciega por el sistema bancario y jamás se le hubiese ocurrido imaginar que el dinero de su cuenta corría alguna clase de riesgo…hasta que le pusieron límite a la garantía.

El caso Maddof le ha administrado la puntilla a la confianza en el sistema bancario, e imagino que buena parte de los pequeños ahorradores que tenga inversiones en fondos estará ahora mismo tratando de rescatar sus cuartos. Cuando uno invertía en fondos, asumía que igual que subían podían bajar, pero jamás se le podía pasar por la cabeza que un fondo se pudiera desvanecer como el humo, y menos procediendo de una entidad tan “seria” como el Santander.

Al final, van a tener razón los aldeanos de toda la vida, y lo mejor va a ser tener el capital invertido en tierras, pues no hay ingeniería financiera capaz de hacerlas evaporarse.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Violencia griega

El nombre parece perfectamente adecuado, ya que los autores de la misma no albergan otro propósito que “dar por culo”.

En todos los sitios existen descerebrados violentos: a algunos, les da por apalear a los hinchas del equipo contrario, a otros, por quemar autobuses en nombre de la autodeterminación. En este caso, tratan de disfrazar bajo tintes pseudopolíticos (antisistema, les da por llamar a este subterfugio) lo que no es más que violencia ciega e irracional.

En ningún caso, el estado de derecho puede permitir que los comerciantes y vecinos del centro de Barcelona y Madrid vuelvan a ser rehenes de estos rebaños de mozalbetes sin desasnar, para lo cual se precisa de una acción policial contundente y, sobre todo, de una dureza judicial ejemplarizante.

martes, 9 de diciembre de 2008

Curioso bando


El ayuntamiento de Gijón publicó este curioso bando. De su lectura cabe colegir que, si te pillan con aquello en lo otro, lo mejor es dejarlo ahí, ya que sacarlo te puede costar seis euros.

Yihad laica

La arenga final de Tardá pidiendo “muerte al Borbón”, además de una pasayada, es un síntoma delator del afán talibanizante que manifiestan buena parte de los partidos políticos. 

Los primeros en evidenciar esta tendencia fueron los nacionalistas que, carentes de cualquier argumento o lógica que pueda sustentar sus posturas, apelan a los más bajos instintos atávicos para justificar su cruzada contra el resto del mundo.

El partido socialista tampoco es ajeno a este vicio, y a la menor ocasión aprovecha para introducir la consigna “¡Que viene la derecha!” como si anunciara al hombre del saco.

A los políticos no les interesa que les juzguen por su gestión, es más cómodo basarse en el odio irracional al adversario.

Y todo esto se perpetúa porque la inmensa mayoría vota con los sentimientos más que con la cabeza. La gente vive las elecciones como un evento deportivo en el que defiende sus colores, en lugar de cómo la simple designación de unos gestores que se van a hacer cargo del país.

Así nos va.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Académicos en calzones

La pasada semana, tuve ocasión de escuchar en la radio una entrevista a dos profesionales de la lucha libre mejicana, y me quedé atónito por la elocuencia con la que se expresaban, así como por la cultura que exhibían; dos señores, que se ganan la vida a mamporro limpio, perorando como académicos. Justo igual que aquí (para muestra, el botón de la “miembra” del gobierno).

Es innegable que en España estamos en franca desventaja, en lo que se refiere al uso del lenguaje, con muchos países hispanoamericanos, en especial con aquellos con más tradición cultural, como Argentina o Méjico. Aquí la mayoría de la gente se expresa con un lenguaje de “indio” de apenas doscientas palabras (si excluimos plurales, géneros, conjugaciones verbales, diminutivos, etc.).

Resulta evidente que pensamos mediante el lenguaje, y el hecho de poseer un lenguaje pobre implica tener un razonamiento paupérrimo. Es patético comprobar la incapacidad de muchas personas, incluso de algunas con estudios, cuando tienen que explicar algo (si se trata de un concepto abstracto,  puede ser la debacle).

Es indudable que buena parte de la culpa se debe al sistema educativo; no obstante, la riqueza o pobreza intelectual también se transmite a los herederos, como el patrimonio, si bien, y a semejanza del citado, uno la puede adquirir o perder por cuenta propia.

He podido comprobar como la mayor parte de los padres de los compañeros de mis hijos están obsesionados con el inglés; sin embargo, nadie parece preocuparse por el Español, ¿no resulta paradójico?

Cuando yo estudiaba el equivalente a la ESO actual, tenía una profesora, de lo que entonces se denominaba ciencias naturales, que dedicaba el primer cuarto de hora de cada clase a preguntar la lección: como a alguno se le ocurriera decir “es como”, “es cuando” o “es donde”, inmediatamente se sentaba con un cero como una casa. Aunque parezca una tontería, quizás yo, al igual que muchos de mis compañeros, tenga mucho que agradecer a esta señora.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Ya es oficial

Como podéis comprobar, la editorial Maghenta se acaba de caer del título de este blog. Esto es así porque la citada ha suspendido su actividad editorial, y la publicación de mi primera novela, que daba sentido a este blog y parecía el parto de la burra, no va a tener lugar.

Puesto que familiares y amigos ya habían leído el libro en versión electrónica, los supuestos derechos de autor no se antojaban muy pingües (el que no se consuela es porque no quiere).

Parece bastante probable que mi primer libro publicado no sea este, sino uno de los últimos, si bien mantengo el blog y el título por no confundir (aún más) a mis pocos pero fieles y apreciados lectores.

No es una noticia agradable, si bien tampoco es el fin del mundo. Un servidor no está en la literatura para publicar, sino para escribir, algo que seguiré haciendo mientras que la neurona no se me termine de resecar.