El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

martes, 27 de abril de 2010

El guitarrista

Esta novela de Luis Landero, la segunda que leo del autor tras “Hoy Júpiter”, es incluso más redonda que la anterior, y los personajes se perfilan más intensos y repletos de matices. Tan sólo el detalle de que el protagonista sea capaz de dormir con un ojo y permanecer en vigilia con otro, confundiendo el mundo real y el onírico, o el símil del taller donde trabaja con la trampa de la hormiga león ya merecerían salvar la novela aunque no contase con otro mérito reseñable, que no es el caso.

Al igual que en la otra ocasión, el final es lo más flojo del libro, y la única causa de que no se pueda considerar a la novela una obra maestra.

viernes, 23 de abril de 2010

¿Estado de derecho?

Resultan, cuando menos, chocantes estas manifestaciones “espontáneas” de fervor popular demandando que una persona no sea sometida a la justicia, dando por seguro que el conjunto del sistema judicial, o al menos el tribunal supremo al completo, está manipulado y vendido a arcanos e inconfesables intereses, mientras que la inocencia y honorabilidad del encausado no se ponen en duda (fíjense que no digo se presumen) ni por asomo.

En definitiva, se trata del triunfo de la imagen sobre las leyes, de las impresiones sobre las pruebas, de las emociones sobre la razón; esto es: lo de siempre.

jueves, 15 de abril de 2010

Otro cuento accesinado

En esta ocasión ha sido el VII Certamen de cuentos para contar en tres minutos 'Luis del Val', cuyos laureles y premio en metálico han ido a parar a Oscar Sipán.

Dado que lo van a publicar y queda invalidado para seguir concursando, pueden leerlo aquí.

lunes, 12 de abril de 2010

Cuando el diablo no tiene que hacer…

… con el rabo espanta moscas. El viejo refrán describe a la perfección la última bibianada, esta ocurrencia peregrina de una ministra decorativa (cuyos únicos méritos son las circunstancias de ser mujer y joven, la primera una mera contingencia y la segunda una situación temporal), al frente de un ministerio decorativo. Ante la carencia absoluta de competencias de un ministerio creado por lo que luce el nombre, una caterva de sesudos genios pergeña estas y otras perlas del pensamiento progresista y talantudo con el propósito de justificar los sueldos y dietas que se embolsan cada mes.

Como ya hemos clamado otras veces desde aquí y en lugar de cargar las tintas contra los cuentos clásicos, podría dedicar sus afanes a que todos los españoles contasen con los mismos derechos y obligaciones, con independencia de donde hayan nacido y de su lugar de su residencia, y así lograr que el ministerio del que es titular (sería mucho afirmar que lo dirige) hiciese honor al nombre. No obstante, convencido de la imposibilidad de alcanzar tan quimérico fin, lo único sensato que podría hacer ZP con este ministerio y su ministra es cargárselos y ahorrar una bonita cifra al contribuyente, esto es: a usted y a mí. En su lugar, lo que harán es subirnos los impuestos y seguir tirando el dinero de todos.

viernes, 9 de abril de 2010

Juzgador injuzgable

Hace escasos minutos, recibo un correo de un tal Roberto R Bravo, a quien no conozco en absoluto, que escribe la siguiente misiva:

Estimados amigos:
Es un día triste para un país cuando un juez honesto, responsable y decidido que investiga crímenes de guerra puede ser llevado a juicio por grupos fascistas herederos de la misma ideología que perpetró esos crímenes.
R


Debajo, un panfleto de amnistía internacional, que incluye una foto de Garzón, digno, trajeado y ocupando un soberbio despacho, con paredes de madera y cuadros antiguos.

Trascribo aquí mi respuesta:

Estimado amigo:
Antes que nada, me gustaría saber de dónde ha obtenido mi dirección de correo electrónico, que yo no se la he facilitado, ni he autorizado que se la faciliten a Ud., ni la hago pública en sitio alguno.
En segundo lugar, no soy quién para poner en duda la honestidad de Garzón, pero resulta patente, para cualquiera que lea de cuando en cuando la prensa, que se trata de un juez irresponsable y chapucero como pocos, más preocupado de su imagen que de hacer su trabajo y que la mayoría de los encausados por él acaban en la calle a los pocos días por defectos en la instrucción.
En todo caso, nadie está por encima de la ley, lo mismo un humilde ciudadano, como un servidor, que el más mediático de los jueces. Y si Garzón es inocente, no tiene nada que temer, pues saldrá libre y con su nombre limpio de toda sospecha, ¿o acaso pone en duda la integridad de todo nuestro sistema judicial y, en este caso, nada menos que del tribunal supremo? Y no importa en absoluto quién lo acuse: tanto si es inocente como si es culpable, lo será de todos modos.
Recibe un cordial saludo, desconocido Roberto


Resulta revelador que todos estos supuestos defensores de “la justicia universal”, no admitan que un juez deba a someterse a esta misma justicia, como cualquier hijo de vecino, y que prefieran poner en duda la honorabilidad de todo el tribunal supremo antes de que se someta a juicio la de un magistrado. A mí no me cabe ninguna duda de que el supremo será (siempre, pero muy particularmente en este caso) en extremo meticuloso, riguroso e imparcial.

martes, 6 de abril de 2010

Fundamentos matemáticos del amor

Por si alguien lo dudaba, existen, y no sólo se puede aproximar uno a las matemáticas con amor, sino también al contrario. Lo pueden comprobar aquí, en la página 53.

A mí siempre me gustó este cuento, si bien admito que alguien cuya formación se limite a las humanidades puede que no le coja del todo la gracia.

Las crónicas mestizas

Esta obra recopilatoria de José María Merino es una trilogía compuesta por “El oro de los sueños”, “La tierra del tiempo perdido” y “Las lágrimas del sol”, con afán de construir una obra histórica, épica, iniciática y de personajes, si bien apenas alcanza con soltura el primer propósito. Los personajes resultan arquetípicos bastante planos y en general poco creíbles, y las gestas aventureras quedan un tanto diluidas en el conjunto del relato, causando la impresión de que la idea original, soberbia, no ha sido bien aprovechada. Es cierto que se lee sin dificultad y que con él entretuve algunas horas de la Semana Santa, pero no lo es menos que esperaba bastante más que este libro “descafeinado”, en todos los aspectos, de un académico de tanto renombre.