El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

martes, 29 de marzo de 2011

Código best seller

Veo que varias cadenas nacionales de TV entrevistan a Sergio Vila San Juan al respecto del título que acaba de sacar al mercado, prueba irrefutable de los distintos raseros de Planeta a la hora de promocionar a uno de sus autores (recuerdo a mi amigo virtual Javier Pérez batiendo el cobre en solitario, a lo numantino, con "La espina de la amapola").

A requerimiento de los periodistas, el citado acababa por enumerar una lista de las características que distinguen al best seller y compruebo, una vez más, cómo se reproduce el común fenómeno de que, cuando un periodista se mete a hacer ciencia, aunque sea metaliteraria, acaba haciéndose un lío y confundiendo causas y efectos.

Es posible que Ud., amigo lector, a su vez, se haya hecho un lío con mi disertación, por lo que procedo a clarificarla con un ejemplo: suponga Ud. que un extraterrestre visita nuestro planeta y observa lo que sucede cuando llueve. Si obrara como el citado periodista, este sería su relato:

Los terrícolas disponen de unos portentosos adminículos, consistentes en un casquete esférico de tela que se pliega en torno a una varilla central, y que, una vez abiertos, tienen la virtud de que comience a caer agua del cielo.

Y es que no se puede definir qué debe tener un best seller, si no qué no debe tener.

1- No debe tener un lenguaje trabajado y preciso, en el que cada palabra haya sido elegida por ser la que mejor representa lo que puede decir, y de modo que no falte ni sobre palabra alguna. Esto es: no puede emplear un lenguaje literario.
2- No puede tener un argumento que le resulte incómodo al lector porque remueva en sus entrañas algo de sus sentimientos o de sus convicciones. Esto es: no puede tener un argumento literario.
3- No puede tener unos personajes complejos, repletos de matices y contradicciones, a los que resulte difícil etiquetar. Esto es: no puede tener unos personajes literarios.

Tras lo que queda meridianamente claro es que, para llegar a ser un best seller, la obra no puede ser lo que en el gremio clasificamos como una obra literaria (¿no debieran serlo todas?).

En cuanto al resto, son legión los que intentan desentrañar, incluso pergeñar, qué es lo que que puede hacer de una obra un best seller y, por más se copian unos de otros, apenas un puñado logra el caprichoso favor del público, y menos aún son los que saben por qué.

lunes, 28 de marzo de 2011

Gracias, gracias, gracias...

A todos los asistentes a la presentación del viernes.

Lo cierto es que no esperaba tan distinguida y selecta concurrencia, pero sobre todo no esperaba tanta.

Aparte de los amigos y familiares con los que contaba y otros que no, disfruté de algunas sorpresas que no habría sospechado en modo alguno, como la de mi sobrino Pedro, que vino desde Mallorca, o la de Aurora Pimentel, doctorada en cirros y cumulonimbos.
Mi mas sincero agradecimiento a todos: os debo una.

martes, 22 de marzo de 2011

Aquelarre

Es cierto que da la impresión de que esta prolija y densa recopilación que ha sacado "Salto de página" es un evento de "amiguetes", ya que la mayoría de los autores compilados pertenecen a la misma generación, en torno al 75, habituales de los mismos concursos y publicaciones, si bien he encontrado muchos relatos dignos de leer de escritores desconocidos para mí, si bien, a quien suscribe el que más le ha gustado es el de Matías Candeira ("Los exploradores"), justo el que menos puede englobarse en dicha generación, que cierra el volumen. También hay un viejo cuento de Félix J. Palma, "Los arácnidos", que nunca fue de los que más he admirado del autor.

Un servidor nunca ha sido adepto en particular de ningún género, ni tampoco ha renegado de ellos. En concreto, pienso que lo importante es la calidad de la obra y el género se reduce a otra más de sus particularidades, aunque admito que tanto relato de terror junto (25) me ha causado un cierto empacho.

jueves, 17 de marzo de 2011

Presentación de "El hombre que leía a Dumas"



Tengo el placer de invitarles a la presentación que, Dios mediante, habrá de celebrarse en la librería Fuentetaja, sita en San Bernardo 25, Madrid, el próximo 25 de marzo, a las 20:00, del volumen compilatorio del certamen Torremocha, en el que se incluye un cuento de quien suscribe.

Comparecerán a la misma las escritoras Ana Iturgáiz y Blanca del Cerro, además de este seguro servidor, así como tantos de ustedes como quieran regalarnos con su presencia.

Allí les espero.

Una vez muerto el burro...

... la cebada al rabo.

Resulta más que vergonzosa e infame la pasividad y distanciamiento con el que occidente está contemplando la masacre del pueblo libio a manos de la aviación del tirano que los gobierna.

Igual de inane y oprobiosa se muestra la actitud de rusos y chinos, que vetan cualquier resolución al respecto en el inoperante consejo de seguridad de la ONU, unos por lo del interés te quiero Andrés y otros por ver remojar las barbas del vecino.

Al final, tendremos que ver aplastada la revuelta para que alumbremos una respuesta tibia e ineficiente cuando ya sea del todo inútil. Justo como postula el refrán.

lunes, 14 de marzo de 2011

Apártate, que me tiznas...

...le dijo la sartén al cazo.

Como ya adelantábamos por aquí a finales del año pasado, ZP ha pasado de ser un agente nocivo para el país en uno perjudicial para su propio partido, un obstáculo para los miles de correligionarios que aspiran a lograr o perpetuar un chollete en las administraciones locales y regionales, circunstancia que supone un paso más en su declive personal.

Cuando la última de tus mentiras (admito que venial y piadosa) en torno a los brotes verdes, en lugar de limitarse a provocar la ira de la oposición, lo que causa es un cachondeo generalizado entre tus gobernados, debieras darte cuenta de que estas tocando fondo. Uno puede mentirle a los ciudadanos de elección de elección; al menos los más acérrimos, cuya necesidad de creer es más perentoria, pueden fingir que carecen de memoria y cerrar los ojos. No obstante, cuando la mentira, más que en una herramienta política, se convierte en la única herramienta política, pierde toda su eficacia y se torna contraproducente.

Es por eso que nadie en su partido, ni siquiera los más modestos aspirantes a ediles, quieren que su nombre e imagen se vean relacionados en modo alguno con el de quien está llamado a ser recordado como uno más funestos gobernantes que recuerden los tiempos. Y ni siquiera así se marcha, van a tener que echarlo por aclamación popular tras el previsible batacazo de los próximos comicios.

Ya están tardando.

lunes, 7 de marzo de 2011

Brainstorm

Un servidor, ponderando la sucesión de ocurrencias peregrinas de este ejecutivo y la escasez de planes globales y concertados del mismo, ha llegado a sospechar que los consejos de ministros consistan en que cada cual suelte la primera tontería que se le pase por la cabeza y alguno de los ministros (quizá Leire o la Trini, siempre tan solícitas, que a Rubalcaba y Pepiño no hay quien les entienda la letra) se dedique a anotarlas y, al final de la reunión, se elijan las propuestas ganadoras arrojándolas al aire y rescatando aquellas que la inocente mano de ZP consiga atrapar al vuelo.

Admito que esta hipótesis pertenece por completo a mi imaginación, si bien, a la vista de los resultados, el método real no debe distar demasiado del expuesto.

martes, 1 de marzo de 2011

Legislativitis

No cabe duda de que el ejecutivo que preside Zapatero es demasiado intrusivo, que profesa un antinatural y desmedido afán por regular y organizarle la vida a sus conciudadanos, pero su última ocurrencia, la de reducir la velocidad máxima en autopista y autovía con el propósito de ahorrar, sobrepasa con holgura los límites del despropósito. Si me permiten el símil, sería como si a alguien el médico le diagnostica colesterol alto y, en lugar de someterse a dieta él mismo, pone a régimen a su cónyuge, sus hijos y el resto de la familia, si la hubiere.

El gobierno debe preocuparse de ahorrar en el gasto que le compete y dejarnos al resto que nos ocupemos de nuestra economía en el modo que estimemos más oportuno, si es que nos da la real gana hacerlo. Esto claro, suponiendo que la medida obedezca a su propósito declarado y no sea en realidad un impuesto indirecto más en forma de sanciones.