El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

lunes, 29 de junio de 2015

El corralito griego


No existe un modo más rápido de lanzarte al abismo que menospreciar la inteligencia de tus adversarios, que es lo que hizo Tsipras al enrocarse frente al jaque europeo con un referéndum.
Como ya hemos adelantado aquí varias veces, Europa le va a permitir pocas alegrías a Syriza, decididos a vacunarse en carnes helenas contra los más que seguros males del populismo.
Si hace unos días relatábamos cómo el electorado griego parecía premiar la aparente insumisión de su ejecutivo, Europa ha realizado una exhibición de fuerza cortando la financiación a los bancos que, cómo no, acaba pagando el de siempre, que no es otro que el sufrido ciudadano.
Como ya afirmábamos entonces, la ciudadanía griega parece sumida en un estado de demencia colectiva. Si no recupera la cordura con éste latigazo en el bolsillo, el país está condenado a la catástrofe y pasará de este primer aviso que es hacer cola en los bancos, a la confirmación del desastre que supone hacerlo para comprar alimentos, como ocurre en Venezuela, todo un muestrario de las bondades y virtudes del populismo.
Para un político populista (casi me atrevo a quitarle el adjetivo) el pueblo es un medio, no un fin, pues no conoce otro que perpetuarse en el poder, por lo que, mientras cuente con apoyo popular, no le va a temblar el pulso por conducir el país a la ruina siempre que pueda seguir mandando, de modo que el elector no puede esperar otra sensatez de sus mandatarios que la que su voto pueda imponerle.

Ahora van y les votan.

lunes, 22 de junio de 2015

Estados de demencia colectiva

Tsipras había prometido a sus electores que doblegaría el fuerte brazo de Europa, y ahora es su gobierno el que yace humillado, a la espera de comprobar hasta dónde querrá la troika alargar el castigo.
Dudo que este particular sorprenda a nadie: no se puede negociar desde una posición de fuerza cuando se depende de la caridad ajena para comer al día siguiente. El país heleno está sufriendo una desbandada financiera, sometido a un caos supuestamente controlado por el BCE para obligarle a ver hasta dónde puede llegar el desastre en el mismo instante en que Europa retire su paraguas de la cabeza de Grecia. Tampoco esto puede sorprender a nadie, ya que La Unión dejó claro desde el primer momento que iba a realizar un castigo ejemplarizante sobre Grecia, decidida a que ningún otro país (léase España) experimente la tentación de abandonarse al populismo.
Contradiciendo lo anterior y a despecho de toda lógica, las encuestas dicen que, a día de hoy, Tsipras reforzaría su respaldo popular, prueba palmaria de que no se puede confiar en la cordura del electorado. Hemos escuchado en infinidad de ocasiones decir a políticos de toda índole que la mayoría nunca se equivoca: lógico, es su única fuente de legitimidad; no obstante, todos sabemos que las mayorías muchas veces se yerran estrepitosamente. Como lo han hecho en Grecia, como sucedió en España cuando se reeligió a ZP, como sucedió en Venezuela con Chaves o en Alemania con Hitler. La mayoría es simplemente una cuestión numérica que nada tiene que ver con la razón.
Entretanto, Grecia se pasea al borde del abismo, y el BCE dista mucho de tener controlada la situación, aunque es posible que Europa quiera que sea así. En el fondo, podemos comprobar que Tsipras juega una partida de ajedrez con Europa, en la que los 11 millones de griegos son peones prescindibles para ambas partes.

Nada nuevo bajo el sol.

miércoles, 3 de junio de 2015

Los experimentos se hacen en casa y con gaseosa

Aún no ha llegado Carmena a la alcaldía, que todavía está por ver que lo haga, y ya nos ha sorprendido con la primera ocurrencia peregrina: gravar con una tasa los cajeros automáticos.
Supongo que resulta muy progre lo de ejercer de Robin Hood aficionado: quitémosle algo a los ricos, que tienen mucho, y con eso pagamos la barra libre.
El problema, amiga Manuela, es que cuando se pretende hacer que paguen las grandes corporaciones, léase compañías de telefonía, energéticas y muy, requetemuy, especialmente los bancos, el que termina pagando es el de siempre, es decir: el sufrido ciudadano, usted que lo lee y yo que lo escribo, en forma de incremento en su factura de cada mes.
Es típico de los ejecutivos que pretenden abanderar el progresismo, al menos del último que sufrimos, gobernar a base de brainstrom, de soltar la primera chorrada que se te pasa por la cabeza y reír el chiste en forma de decreto ley, y luego vamos a ver qué pasa. Acuérdense de las pegatinas de quita y pon en los discos de limitación de velocidad, del cheque bebé, y en un largo etcétera que no precisan que les detalle.
Por todo ello, haga caso a este consejo, que no va a leer, y déjese de experimentos, y limítese a lo que debe hacer un buen gobernante, que es no entorpecer demasiado el libre devenir de las cosas y dedíquese a vigilar abusos y situaciones de desamparo del pequeño frente al grande, así como al cuidado de la hacienda doméstica, que es lo precisa todo ayuntamiento

lunes, 1 de junio de 2015

Vete ya, Mariano

Sabes que te vas a ir.
La diferencia estriba en que sea ahora o después de las generales, en hacerlo de forma honrosa o vergonzante, en demostrar generosidad y altruismo u obedecer a la ley del yoyo (primero yo y después yo), en ser un hombre de partido y estado o uno más que se aferra al cargo, en programar una sucesión relativamente ordenada o marcharse apresuradamente, dejando las puertas abiertas al caos, las meriendas de negros y las luchas cainitas.
Sabes de sobra que lideras un partido apestado de corrupción, enfermo de viejas guardias y gangrenado por cargos cuasi vitalicios, de los que han hecho de su mandato un cortijo, y cuya única cura es la amputación.
Sabes que es sólo cuestión de tiempo, y que en menos de un año te vas a ir, así que hazte un favor y házselo a tu partido, al país y a todas las administraciones donde mandáis.

Márchate ya.