El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

miércoles, 3 de junio de 2015

Los experimentos se hacen en casa y con gaseosa

Aún no ha llegado Carmena a la alcaldía, que todavía está por ver que lo haga, y ya nos ha sorprendido con la primera ocurrencia peregrina: gravar con una tasa los cajeros automáticos.
Supongo que resulta muy progre lo de ejercer de Robin Hood aficionado: quitémosle algo a los ricos, que tienen mucho, y con eso pagamos la barra libre.
El problema, amiga Manuela, es que cuando se pretende hacer que paguen las grandes corporaciones, léase compañías de telefonía, energéticas y muy, requetemuy, especialmente los bancos, el que termina pagando es el de siempre, es decir: el sufrido ciudadano, usted que lo lee y yo que lo escribo, en forma de incremento en su factura de cada mes.
Es típico de los ejecutivos que pretenden abanderar el progresismo, al menos del último que sufrimos, gobernar a base de brainstrom, de soltar la primera chorrada que se te pasa por la cabeza y reír el chiste en forma de decreto ley, y luego vamos a ver qué pasa. Acuérdense de las pegatinas de quita y pon en los discos de limitación de velocidad, del cheque bebé, y en un largo etcétera que no precisan que les detalle.
Por todo ello, haga caso a este consejo, que no va a leer, y déjese de experimentos, y limítese a lo que debe hacer un buen gobernante, que es no entorpecer demasiado el libre devenir de las cosas y dedíquese a vigilar abusos y situaciones de desamparo del pequeño frente al grande, así como al cuidado de la hacienda doméstica, que es lo precisa todo ayuntamiento

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