No deja de tener gracia que este gobierno de tibiezas y medias tintas, que lo único en lo que aparenta mostrarse firme sea en su carácter republicano y en su laicismo militante y beligerante, haya acabado por instalarse en el reino de los cielos. Y no digo esto por que el buenismo de opereta del que hace ostentación le haya valido la salvación eterna, sino porque hace tiempo que ha perdido contacto con los problemas terrenales que padecemos los que no le podemos pasar al erario público el cargo por las reformas del pisito, también del estado.
En el congreso, Zapatero sigue negando la existencia de la crisis, a despecho de los cientos de miles nuevos parados, del precio del gasoil, de los pisos que no se venden ni regalados y de que las estanterías de los supermercados, en las que anteayer escaseaba de todo, retrotraían la memoria a la posguerra y las cartillas de racionamiento.
En el centro de este gobierno avestruz, al que sus votantes permiten ignorar la realidad a base de rodearla con el lenguaje, de modo que en vez de crisis tenemos aceleración de la desaceleración y donde los trasvases son reasignaciones temporales de caudal, se yergue su ministra tótem, la “miembra”del gobierno Aido. Esta señora iletrada e inexperta, a la que la han puesto a la cabeza de un ministerio sin contenido, ha entendido perfectamente la dinámica del gobierno y el predominio del lenguaje sobre la terca y pérfida realidad, por eso se empecina en que la ilógica y machista Real Academia acepte el término “miembra”.
La oposición tampoco es ajena a estos afanes divinos, y mira al cielo y aguarda el maná. Rajoy, a quien le estorba la vieja guardia que heredó de Aznar, reza para que estos molestos compañeros se descabecen solos y le presenten la ofrenda en bandeja de plata. Aguirre, y quién sabe más, que quiere ser califa en lugar del califa, pero que no se atreve a levantar la cabeza, no vaya a ser que se la afeiten, dirige sus plegarias para que sea Rajoy el que se marche y le facilite la tarea.
Queda claro que los únicos que vivimos en la tierra, por no decir en el purgatorio, somos los de siempre, los que pagamos impuestos.
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2 comentarios:
Es sabido que, por negar, las cosas no son verdad y que cuanto más se desdice la certeza, con mayor fuerza se evidencia el engaño en lo empìrico y probado.
Veremos, veremos lo que nos tienen preparado emtre unos y otros.
¿Crisis? ¿Dónde?
Si como dice Sebastián, cuanto mas profundo y rápido caigamos, mejor nos levantaremos. Tiene guasa la cosa.
Me ha parecido perfecta tu alusión al purgatorio.
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