Si al final se confirmase (algo de veras difícil) que Camps se avino a recibir los trajes regalados por Pablo Crespo, sería un increíble caso de estulticia rayano en la memez más absoluta ¡Mi reino (de taifas) por un traje!
El hecho de que alguien reciba un obsequio de un proveedor, una fea costumbre hispana (aunque a nadie le desagrada una cajita de vino por navidad), no es prueba alguna de corrupción, pero, si el que lo recibe es alguien que se encuentra en una posición tan delicada, a todas luces debiera rechazarlo en pro de su buen nombre.
Este es un asunto tan turbio como estúpido: un presidente autonómico en un brete por culpa de unos trajes. Si al menos hubiese sido un soborno como Dios manda…
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1 comentario:
Hola Juan Carlos gracias por tus palabras en mi blog y ojalá pudiera seguir tu consejo, pero no depende de mí...
Me he dado un paseo por tus post y éste en particular me hizo acordar de mi época de funcionaria, por navidad nos veíamos en calzas prietas para rechazar los aguinaldos (obsequios) que nos llevaban, el que más me dolió fue precisamente una caja de 12 botellas de vino, que al negarme a recibirla el proveedor de todas maneras la dejó con mi secretaria, la maldita cada vez que podía me provocaba diciendo: Doctora usted tan bobita, de lo que se perdió jajajajaja
Besos borrascosos
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