Acostumbramos a contemplar a nuestro presidente como alguien tan parecido a su propia imagen arquetípica, que cuesta trabajo concebir que, tras las innumerables corazas y caretas con las que se inviste (o guarece) pueda haber carne débil y mortal. ZP ha sido el primer político español que habla siempre para la cámara; de ahí su gestualización, exagerada y artificial, su discurso, buenista y bobalicón, y su sonrisa, infalible y ladina, casi un rictus, que le hace asemejarse tanto al Jocker (¿no tendrá alguno de sus asesores el valor de advertirle sobre la grima que causa?).
Ayer tuve la ocasión de verle en Cuatro patear los montes leoneses junto a Jesús Calleja y casi se diría un tipo normal, alguien con el que uno se tomaría una caña (él una coca-cola si hay alguna cámara presente). Alguien más parecido a sí mismo que a su propia caricatura.
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7 comentarios:
A lo mejor es humano, y no sólo un producto artificial de mercadotecnia pepiñera...
Saludos, Juan Carlos
Cosas veredes...
Saludos.
A mí me parece un gran impresentable de la cámara.
Un abrazo.
Saludos semanales :0)
y que todo vaya bien
Un abrazo
Yo tampoco le profeso demasiada simpatía, pero el otro día descubrí (aunque debiera ser algo evidente) que detrás del producto, ZP, existía una persona.
Saludos a todos.
¿Cómo sería la personalidad de este hombre antes de ser Presidente?
Habría que preguntar a sus gentes.
Un abrazo
Me han comentado que era un profesor mediocre, medrador y meritorio.
Saludos.
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