El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

lunes, 27 de agosto de 2012

Hecho un Cristo



Así está el país, torturado y maniatado por la crisis,  coronado de espinas por la Merkel y  con Draghi en el papel de Poncio Pilatos, lavándose las manos antes de tocar la basura (léase nuestra deuda soberana), y afirmando ecce terra, o este es el país, antes de entregarnos a los mercados sedientos de sangre.
Una vez más, nos anuncian una nueva semana trascendente, seguramente la quincuagésimo quinta desde que se iniciara la crisis, y el ciudadano de pie ya escucha las noticias de desplomes de Ibex y ebulliciones del  diferencial de deuda como quien oye los ecos de una tormenta persistente, pero a la que la rutina ha desprovisto de toda capacidad de generar pánico.
Por todo lo citado, ese ecce homo transfigurado en Paquirrín con peluca a lo afro constituye el epítome perfecto de la situación de la nación, un país que, tal como vaticinó Guerra en uno de sus ataques de clarividencia, no lo va a conocer ni la madre que lo parió.

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