El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

jueves, 10 de enero de 2008

Los traídos y llevados concursos

A propósito de los concursos, decía el ínclito Juan Manuel de Prada: 'Fue una espléndida escuela y aún hoy siento melancolía por aquella época'; aunque me cuesta creer la segunda afirmación, no me cabe ninguna duda por lo que respecta a la primera. En primer lugar, el paso por los concursos te hace poner los pies en el suelo: cuando se alumbra la primera obra, uno se empeña en creer que es genial y no se desengaña hasta que los hechos, tozudos, te demuestran lo contrario; por otro lado, se descubre que existe otra literatura al margen de la que se exhibe en la sección de libros de las grandes superficies y de la que yace en los anaqueles de las bibliotecas, y en el camino se haya (y a veces se halla) el conocimiento.

Si Maghenta hubiese existido como editorial, allá por octubre del 2005, y me hubiese publicado entonces “Sombras chinescas”, seguiría siendo un escritor funesto (¡Ups! Me atreví a afirmar que ya no lo soy), que seguiría escribiendo una y otra vez la misma novela, cambiando el título y, a lo mejor, alguna vez, de protagonista.

En uno de mis relatos digo: “El éxito es lo peor que puede pasarle a un literato en ciernes” y creo que es la mayor verdad que he sabido acuñar en todo este tiempo. Por ilógico que parezca, no hay mejores maestras que la contrariedad y el desengaño, para quien quiera aprender.

6 comentarios:

Sombras en el corazón dijo...

Bueno, a otros el continuo rechazo los conduce a la decepción...

Y a los que el éxito les llega demasiado pronto, es decir, en un plis-plas (¿qué serán? ¿quizás el 0,000007 %?, también se las ven y se las desean para mantener el nivel en la próxima aventura que se embarquen.

Ahora confirmo: con ir paso a paso, con seguridad y buena letra (nunca mejor dicho en este caso)avanzando logro a logro, hay muchas probabilidades de conseguir un alto grado de satisfacción.

Un abrazo

Juan Carlos Garrido dijo...

No te falta la razón; quizás, debí añadir que la segunda cosa peor es, despues de un periodo razonable, seguir sin tan siquiera olerlo, pues, indudablemente, te lleva al desánimo.

A mí me sucede de contínuo, lo que pasa es que me dura poco.

Saludos.

Recomenzar dijo...

Gracias por tus palabras, por compartir
besos desde mí

Filisteum dijo...

Los economistas sabemos que la clave está en vender lo que se produce, y nunca tratar de producir lo que se vende.

a lo mejor en ciertos mercados especulativos no triunfas, pero pro lo menos sabes a loque te dedicas.

salud

Juan Carlos Garrido dijo...

Lo malo es cuando si se produce lo que se vende ni se vende lo que se produce, que viene a ser el caso.

Saludos.

Fátima Fernández Méndez dijo...

Creo que hay que una persona que escribe debe saber enfrentarse a distintas situaciones; tanto decepciones(porque el fracaso es muy relativo y como tal no existe si uno/a es lo suficientemente hábil como para sacarle su enseñanza)y éxitos (que no deja de ser un reconocimiento de algo muy concreto y hay que mantenerlo)
En definitiva, no dejarse llevar ni por las decepciones ni por los éxitos. Pero, en mi opinión, ambos ingredientes pueden ser de gran ayuda para aprender. El riesgo está cuando solamente se da uno de ellos.
Claro, que aquí entra en juego la subjetividad, lo que para mí puede ser un éxito (personal) para otra persona puede ser una decepción.
Un saludo