¿Quién no ha soñado con entrar a saco en el Corte Inglés y decir: ‘Señorita, ponga usted lo mejor que “haiga”’? ¡Que se lo pregunten a mi mujer!
Resulta que este ministro, rojo por partida doble, se ha gastado, en jardineras para la terraza y alicatar el los cuartos de baño hasta el techo, más que la cifra media por la que empeña la mayor parte de su vida el españolito de a pie, y justamente en una época en la que, quien más y quien menos, siente que la cesta de la compra y la letra de la hipoteca se le enredan en un nudo que apenas le deja respirar. Y lo mejor es que la anterior inquilina, la Trujillo, compañera de partido y para más INRI ministra del ramo, afirma (y amenaza con aportar pruebas) que la vivienda estaba impecable.
Este gobierno de la guitarra y el talanterío empieza a apestar a viejos tufos, a vacaciones en el Azor y a jets privados, a cacicadas de nuevo rico.
No deja de tener gracia que este ejecutivo se ensañe con Pizarro por haberse enriquecido trabajando honradamente –¡Olé sus huevos!–¡ el mismo que viaja en turista y se aloja, a cargo del partido, en un hotel de tres estrellas.
Creo sinceramente que los ministros deberían cobrar muchísimo más, un sueldo acorde a la responsabilidad, pero estos dispendios son injustificables y quien sea sorprendido despilfarrando así el dinero publico debería ser destituido al instante.
Ahora vas y los votas.
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3 comentarios:
La forma en la que la administración se gasta el dinero es, en muchas ocasiones, bochornosa. He oído a gestores de la cosa pública que da igual gastarse (es un ejemplo concreto y real) 120.000€ en un parcheo provisional a un edificio público aunque esa inversión no sirva para nada al cabo de dos o tres años, ya que "entonces quizás no estemos nosotros aquí". Yo, desde luego, no seré de los que vote a quien así opina.
No dudo de que se trata de una práctica habitual, al menos no tan rara, pero, cuando el asunto se hace público y notorio, no puede quedarse todo en una tibia justificación.
Saludos, profe.
La doble moral en otras lindes procede de cuestiones efectivamente espirituales como la intimidad, la sexualidad o la justicia. En este país parece que pasa más cerca del billetajo verde (o morado).
Saludos, Juan Carlos
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