Es evidente que el caso Gürtel no es más que la punta del iceberg de la “corrupción de baja intensidad” que ha campado a sus anchas por casi todo ayuntamiento que manejase cifras de seis ceros, pero la sociedad, y muy especialmente los partidos políticos, no deberían conformarse con que se purgue, más o menos ejemplarmente, a los pocos sinvergüenzas que ha desenmascarado la justicia.
Por su propio bien, los partidos deberían vigilar a todos los cargos electos de sus listas que cobren un salario por ello (aunque parezca increíble, la mayoría, los de los pequeños pueblos, lo hace por amor al arte). Todos ellos deberían rendir cuentas periódicamente a un auditor sobre la procedencia de cada bien del que disfrutan y hasta el último euro de su patrimonio.
2 comentarios:
Ojalá, pero va a ser que no. Y si nos ponemos a hablar de la cantidad de contratados a dedo por los partidos en los ayuntamentos y empresas públicas para comprar votos, apaga y vámonos. El otro día hablé con el empleado de un ayuntamiento. La corrupción está absolutamente extendida. Daba miedo escuchar los casos que contaba.
Juan Antonio:
Admito que este sea el estado de las cosas, pero no que nos tengamos que conformar.
Además, uno debe mirar al cielo para levantarse del suelo.
Saludos.
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