El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

viernes, 17 de abril de 2009

Microfábula (y II)

Un mono se coló en la locomotora de un tren. El maquinista acababa de fallecer de forma súbita, y el mono se caló su gorra. Aunque no tocó ningún mando, como el tren seguía en marcha, el mono no tardó en creerse de veras que el maquinista era él. El tren comenzó a bajar una cuesta y a avanzar más deprisa, y el mono, convencido, supuso que esto se debía sólo a él, quizás por la prestancia con la que portaba la gorra. La cuesta abajo (como todas las cosas buenas) se acabó para dejar paso a la cuesta arriba. El mono, alarmado, comenzó a presionar todos los botones de color rojo (una vez que estuvo encerrado en un laboratorio, cada vez que pulsaba un botón rojo, la máquina le dispensaba un cacahuete), pero el tren cada vez se desplazaba más despacio. Por supuesto, el mono no pensó que el hecho se debiese a la cuesta arriba, ni a su manipulación alocada de los mandos, sino que culpó al maquinista muerto y al fabricante del tren.

Que conste que no he mencionado a ZP, y, si ustedes extraen paralelismos, es cosa suya.

6 comentarios:

Julio dijo...

Qué bueno, Juan Carlos...

Juan Carlos Garrido dijo...

Gracias por tus elogios, Julio, sin duda inmerecidos.

Saludos.

Mery dijo...

Derrochas ingenio.
Se vé que ZP saca de tí tu mejor ironía.

Un abrazo

Juan Carlos Garrido dijo...

Gracis por tus amables palabras, Mery.

Saludos.

Filisteum dijo...

Yo, como soy bueno, y no un cabronazo como tú, no te voy a decir nada en absoluto dle origen de la historia.

¿A que soy majo?

:-)))))))

Juan Carlos Garrido dijo...

Majísimo.
Saludos.