El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

viernes, 3 de julio de 2009

El poder de la palabra

Es evidente que algunas autonomías han hecho de la batalla lingüística su razón de ser. Aunque al habitante de dichas regiones este particular no le va a servir para mejorar su nivel de vida, hasta la fecha sí que había supuesto un notable impedimento para que naturales de otras tierras se desplazasen a trabajar a estas. La reforma educativa que pretende impulsar el gobierno autónomo catalán va un paso más allá, pues va a suponer que los alumnos a los que les corresponda sufrirla padezcan inconvenientes semejantes a la hora de trabajar en el resto de España, pues no van a ser capaces de manejar con soltura el idioma común.

A un servidor, esta actitud le resulta tan absurda como incomprensible. En plena era de la globalización, cuando aspiramos a la Europa común y el Inglés se ha convertido en una suerte de esperanto universal, no me entran en la cabeza estos afanes por volver a la autarquía y los reinos de taifas. Me parece perfecto que se estudie Gallego, Catalán o Chino Mandarín, pero resulta a todas luces aberrante que se ponga tanto empeño y se dediquen tantos recursos para las nuevas generaciones ignoren por completo una lengua que les puede servir para desenvolverse en el resto de la nación a la que todavía pertenecen, así como en muchas otras, o que se emplee la lengua, en vez de cómo un nexo de unión y un medio de llegar a otros, como un recurso para fomentar el aislamiento.

6 comentarios:

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Se fomenta el aislamiento, tienes razón.

Opiensan poco, o (creo que es esto) lo hacen queriendo.

Un abrazo.

Julio dijo...

No tiene sentido este nuevo regalismo: la lengua, en este caso catalana, compañera del Imperio...

dany dijo...

Amén.

Yo he trabajado en centros escolares de la comunidad valenciana y los mismos profesores que se suponen que tienen que dar las asignaturas en valenciano se las pasan por el forro.
Esto del idioma es un cachondeo además de una injusticia. El año que conseguí aprobar las oposiciones en Melilla coincidió con el año que me echaron (sí, tal cual) de la lista de interinos de Alicante y me negaron la posibilidad de seguir opositando allí. Todo porque a partir de la fecha que a ellos les dió la gana era necesario tener no sé qué título de valenciano.
De locos.
Un saludo.

Sombras en el corazón dijo...

Más que estudiar las lenguas para entenderse, parece que se estudian para "desentenderse".

Un abrazo

Juan Carlos Garrido dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Saludos desde Santander (trabajando, no piensen mal).

Capitán dijo...

Yo no contraté a una ingeniera catalana porque en las conversaciones no sabía expresarse en español, hablábamos a medias en catalán e inglés, mala suerte para ella, ha limitado sus opciones a 32.000 km2