Ya no sólo se trata de que nuestra ley del menor sea tibia y a todas luces insuficente, sino de plantearse de modo serio y reflexivo por qué estos muchachos, en vez de estar dando patadas a los cantos, o aplicados a cualquiera que sea la ocupación en la que le correspondería tener absorta su mente a una criatura de menos de catorce años, se dedican a violar a niñas que debieran estar jugando a la comba.
Quizás, de algún modo, les estamos robando la infancia a las últimas generaciones, y estas son las consecuencias.
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4 comentarios:
Yo no sé si les estamos robando algo, pero es pra cortarles los huevos.
Se las hemos robado Juan Carlos. Esto va por muy mal camino.
Lo de los huevos, correcto, pero no es solución.
Hay que coger al toro por los cuernos.
Un abrazo fuerte.
Pasa que estan más solos que la una y la televisión ejerce de padres.
Los reales no se encuentran, están pagando la hipoteca.
Un abrazo
Sin duda, todos tenéis vuestra parte de razón.
Saludos.
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