El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

martes, 5 de febrero de 2008

Recapitular

Uno nunca es objetivo con la propia obra; la mayor parte de las veces, porque la mira con demasiada indulgencia, pero hay ocasiones en las que pasa lo contrario, y se debe dejar reposar un tiempo los escritos y después volverlos a leer en su conjunto para valorarlos adecuadamente.

Tampoco sé si en esto soy objetivo, pero las obras que más trabajo (casi sufrimiento) me cuesta alumbrar, al final son las que acaban gustándome más.

Será que me estoy volviendo masoca.

4 comentarios:

Sombras en el corazón dijo...

Esa es la ley de vida de un escritor. Escribir, leer, cambiar,y vuelta a empezar.
Pero merece la pena

Un saludo

Juan Antonio González Romano dijo...

Decía Borges que la única manera de dar por terminado un libro era llegar a imprimirlo. Hasta entonces, retocar, pulir, perfeccionar...

Anónimo dijo...

La escritura (la buena escritura) siempre requiere distancia. Que se elimine lo anecdótico, lo particular, para que el lector pueda asumir lo dicho. El tiempo concede universalidad, nos hace eliminar los superfluo o prescindible, y gana el arte. No lo veo tanto masoquismo (bueno, un poquito sí) sino como deseo de perfección. No nos dejemos llevar por lo fácil y seamos exigentes con nosotros mismos. Si no lo somos, probablemente no lleguemos a ser buenos escritores.

Juan Carlos Garrido dijo...

A lo que me refería, amigos, es que hay veces en las que la historia parece fluir, y otras en las que uno se la tiene que arrancar con sacacorchos y a trompicones, maldiciendo, abandonando y volviendo a retomar en mil ocasiones, y que, precisamente, son las del segundo tipo a las que se acaba cogiendo más cariño (ahí entroncaba lo del masoquismo)

Saludos a todos y gracias por visitar esta página.