El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

lunes, 28 de julio de 2008

El que no tiene pueblo es un “desgraciao”

Si se vive en Madrid, esto es una verdad incontestable. Y no sólo por el lujo que supone ir el fin de semana y dormir dos noches del tirón, además con mantita, sino porque en estas macrourbes, rodeados de millares de congéneres, no conocemos el nombre de pila del vecino de rellano. Uno se va al pueblo y parece que no sólo cambia su ubicación unos pocos quilómetros, sino que hasta se muda la personalidad: aquí se reparten los buenos días en cada esquina y se alterna amigablemente con el primero que aparece por el bar.

Aunque he nacido en una ciudad, pequeña, y llevo más de media vida en Madrid, reconozco que cada día me estoy haciendo más “de pueblo” .

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que Madrid es una ciudad-ciudad, pero Sevilla es más una ciudad-pueblo o ciudad-pañuelo.
Yo ahora vivo en un pueblo-pueblo y, con lo que me gusta el anonimato y pasar desapercibida, prefiero la vida en Sevilla, donde los habitantes no van como zombies, como en una Barcelona, por ejemplo, ni te escudriñan como en los pueblos cerrados como en el que vivo, en el que llaman a los que no somos de ahí "forasteros".

X dijo...

Yo adoro la ciudad, y en el pueblo nunca saludaba a nadie.

Juan Carlos Garrido dijo...

Debe ser que uno tiene espíritu rural. "Mi" (en realidad es el de mi mujer, aunque ya casi lo es propio, pues estamos levantando casa en él) pueblo cuenta con poco más de cien habitantes en invierno;allí no sólo es que te conozcan, sino que se puede hacer recuento de quién falta.

Saludos.

Sombras en el corazón dijo...

En el pueblo te sientes vigilado e incluso psicoanalizado; todo el mundo te conoce y te saluda y hasta opina de tu vida.
Creo que esta bien la alternancia de ambas situaciones; del desinterés total al cotilleo profesional de tus paisanos.

Un abrazo

yo dijo...

En parte está bien vivir en una ciudad, pero que no sea demasiado grande.
En la ciudad no te hablas con nadie y en el pueblo demasiado. Es encontrar un término medio, pero cuesta cuesta...

Juan Carlos Garrido dijo...

Debe ser, amigos, que uno, al hacerse más viejo, lejos de caer en la misantropía, se va convirtiendo en un animal social. O que los años dejan translucir el pelo de la dehesa.

Saludos.