La “desaceleración acelerada” no se debe tan sólo a que los bancos no tengan ni un euro que prestar al insensato que decida invertir en ladrillos, ni a los cientos de miles de nuevos parados que se han generado en los últimos meses, sino a la sensación que tienen la mayoría de los ciudadanos, aquellos que no tienen cuenta de gastos en los presupuestos generales del estado y por tanto no pueden permitirse el lujo de pensar que estamos mejor preparados que el resto de Europa para capear este temporal, de que la cosa está fastidiada de veras, y, cuando uno se encuentra ante una tesitura así, lo primero que hace es apretarse el cinturón un par de agujeros.
Y para darse cuenta de que esto ya está sucediendo no se precisa conocer los indicadores macroeconómicos, que lo más probable es que el gobierno “cocine” hasta que resulten de su gusto, sino que basta con observar pequeños detalles de la vida cotidiana. Un servidor, que el año pasado y los precedentes sufría los monumentales atascos que se producían en la A6 todos los fines de semana, este año no ha encontrado ni uno sólo, ni siquiera este puente en el que media España celebra fiestas y siempre se producían embotellamientos antológicos. Y no sólo se trata de eso, sino que se puede ver bastantes mesas vacías en terrazas que antes siempre tenían cola, y, si se le pregunta al carnicero, al pescadero o a cualquier otro, sin excepción te confirmarán que se vende menos y que además la gente se decanta por los productos más baratos.
Pero claro, si uno vive en una torre de marfil y no sabe cuánto cuesta un café, puede osar decir que la cosa no está tan mal y quedarse tan fresco. Cuando no se ha perdido el empleo ni se pasan apreturas para llegar a fin de mes, uno se puede permitir alegrías dialécticas y dedicarse a jugar con el lenguaje, como si esto cambiase la realidad.
¿Y saben qué les digo? Pues que hacen muy requetebién. Si los votantes te lo permiten, ¿por qué vas a tolerar que la realidad te estropee un bonito discurso?
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14 comentarios:
Yo también me he ido este puente a la playa y de vuelta (aunque elegí buena hora: ayer a las cinco de la tarde) no vi tampoco apenas coches.
Por cierto, me encontré paseando por La Antilla el sábado a nuestro presidente andaluz, Cháves, lo miré y se puso a bostezar, y aunque todos tenemos derecho a vacaciones, creo que esto sólo debería suceder cuando uno termina su trabajo o, al menos, lo hace.
Me entraron ganas de decirle: "Espabila, que hay muchas cosas que hacer, mi arma".
Realmente no hay conciencia para algunas personas de que la cosa no está bien, pero así vamos tirando. Un sueldo mínimo les daría yo y 3 o 4 niños, y a ver como se las arreglaban para poder llegar a fin de mes.
Es muy fácil hablar cuando no te encuentras cómo un tanto por ciento muy alto de la población.
Aunque no le profeso demasiada simpatía a Chaves, es un detalle digno de agradecer que uno se lo pueda cruzar en la playa (o en el hiper). Lo malo es cuando sólo se les puede ver en la tele o en los actos promocionales.
Saludos.
Total, que no hay mal que por bien no venga. Los que sí pueden permitirse ir de aquí para allá, sentarse en las terrazas y comprar pescado fresco, esos viven menos agobiados ahora que los pobres de verdad no les comen el terreno. ¡Bendita desaceleración!
Amigo X:
Por fortuna (para tí), apenas visitan esta página cuatro gatos, y la foto de tu perfil no es demasiado explícita, pues estoy seguro de que poca gente comparte tu sentido del humor, y puede que más de uno desease brindarte una réplica (pero que parezca un accidente).
Saludos.
No veo relación con la foto de mi perfil, pero haré caso a tu velado consejo: no abandonaré mi (supuesto) sentido del humor, pero miraré de vez en cuando a mis espaldas, todo sea prevenir puñaladas. :P
Yo lo he notado en mis carnes, soy autónoma y tengo un pequeño despacho y trabajo como consultora financiera y agente de seguros, y te puedo asegurar el bajón que ha sufrido mi facturación, así que con el sueldo del esposo solo, hemos tenido que quedarnos sin nuestra semanita de vaciones pagadas, y lo estamos notando bastante,aunque bueno mientras vayamos teniendo salud y trabajo, iremos tirando, para vivir tenemos, pero para los caprichitos ha tocado suprimirlos.
Me ha gustado mucho tu blog.
anaroski.blogspot.com
Saludos desde Cádiz.
Querido y sombreado Juan Carlos:
Aún estando de acuerdo con el fondo de lo que dices, me gustaría hacer un par de precisiones.
En primer lugar, afirmar que “los bancos no tienen un euro que prestar” es, además de incierto, peligroso divulgar. Los bancos, al menos los grandes, los de siempre, tienen millones de euros en sus arcas y cualquier empresa privada desearía estar tan saneada. Otra cosa es que su estrategia para este período sea conceder los menos préstamos posibles y siempre sobre seguro. ¿Por que no tienen un euro? No, como medida de precaución, porque no hace falta ser un experto financiero para saber que en épocas de “desaceleración” aumenta la morosidad, y la concesión alegre de nuevos créditos podría contribuir a engrosar la lista de impagados. La mejor forma de frenar la morosidad es, además de perseguir a los morosos, la contención del riesgo nuevo, aumentando los requisitos para acceder a dinero prestado.
El objetivo prioritario de los bancos en este nuevo período es justo lo contrario, la captación de recursos, de ahorros, precisamente para que nadie pueda afirmar, como has dicho tú, que no tienen un euro que prestar y, cómo no, para prepararse por lo que pudiera venir.
Es interesante saber que las provisiones de fondos de la mayoría de nuestros bancos están dotadas por exceso, y que la morosidad media puede andar sobre un 1,6%, es decir, de todos los préstamos concedidos, ese es el porcentaje de lo que no se paga. ¿Eso es mucho o poco?. Si lo comparamos con la previa época de bonanza, donde no se llegaba ni a un 1%, sí. Pero si echamos la vista más atrás, sin embargo, vemos que hemos tenido años en los que el porcentaje ha sido muy superior. Lo que hay que procurar es que no vaya en aumento, pero a los niveles de hoy en día no resulta peligroso para la economía bancaria.
Por otro lado, el tema de las vacaciones es algo que me tiene un tanto desconcertada. Las playas están llenas de sombrillas y las terrazas a las que he acudido en la ciudad también repletas. Entonces, ¿dónde está la gente, en la playa o la ciudad?. Es posible que la gente permute, pero desde luego no se quedan en casa tomándose un gintonic de preparación casera. El pasado puente de agosto estuve en el pueblo de mi madre y al bar de moda se le acabó la comida, por lo que tuvo que dejar de servir cenas. Vamos, que el que cenó en casa, fue por gusto u obligado, pero no por no tener un chavo, al parecer. Para este fin de semana, quise reservar un hotel en la costa y la ocupación estaba llena (¡tiene 160 habitaciones!). Y eso que no es de los baratos... A lo mejor es por eso. O puede ser que la gente de mi tierra, al igual que el gobierno, todavía no se han enterado de que hay crisis y conviene apretarse el cinturón. Y, si se han enterado, se la pasan por el forro.
es que ese patrimonio suele ser su vivienda que, lo primero, ahora vale menos del valor en el que está hipotecada, y, lo segundo, encima no se vende.
Ya veremos cuántos se pasan la crisis "por el forro" de aquí a seis meses.
Saludos.
Amig@ y abiert@ pajarera:
En primer lugar, pedir disculpas porque el comentario anterior salió cortado.
Uno no es un experto, pero hay quien sabe y además, que es lo que tiene más mérito, lo sabe explicar: http://leopoldoabadia.blogspot.com/search/label/%2B%20ANEXO%201%20Crisis%20NINJA
En cualquier caso: no hace falta ser una lumbrera para darse cuenta de que el contenido de las cartas de los bancos (que son quienes nos escriben con más fidelidad y regularidad) ha cambiado radicalmente: antes nos notificaban que nos habían concedido un préstamo que no habíamos solicitado, y ahora no cesan de mendigar para que ingresemos en ellos nuestros magros ahorros.
Por cierto, yo he pasado otro fin de semana más sin atascos en la A6, que el año pasado eran la norma sin excepción.
En todo caso, la crisis no ha hecho más que empezar, y en breve se va a desencadenar un gigantesco efecto dominó. Muchas constructoras ( y no sólo las que salen en la tele) y sus filiales (de tratamiento de aguas, de gestión de recursos) están comenzando a devolver sus “gloriosos” pagarés a 180 días, por lo que ese fontanero con cinco empleados, o ese pintor o carpintero autónomo, va a tener que deshacerse de su patrimonio para hacer frente al agujero; lo malo es que ese patrimonio suele ser su vivienda que, lo primero, ahora vale menos del valor en el que está hipotecada, y, lo segundo, encima no se vende.
Ya veremos cuántos se pasan la crisis "por el forro" de aquí a seis meses.
Saludos.
Anaroski:
Lo mismo que me comentas, me ha llegado por muchas fuentes distintas. No soy el INE, pero la acumulación de indicios es reveladora.
Celebro que te haya gustado esta mi casa, desde ahora también la tuya siempre que quieras.
Saludos.
Juan Carlos, ya había leído ese artículo, que me parece brillante y no exento de sentido del humor (lo cual se agradece cuando se tratan temas tan complejos). Sin embargo, me ratifico en que la situación de nuestros bancos no es la misma que la de muchos chiringuitos de EEUU, tal vez por tener aquí una legislación más severa y un mercado financiero más regulado. ¿Que nos afecta lo que ocurre allí? Sin duda, sí. ¿Que los bancos españoles no tienen un euro que prestar? Rotundamente, no. Te lo digo yo, que lo vivo desde dentro.
Verás, cada vez que un banco presta dinero, tiene que dotar en un determinado porcentaje la provisión de fondos, que es un saco de dinero que no se puede tocar, y que me asegura que cuando yo vaya a retirar mis ahorros, no me digan “oiga, no se los puede llevar porque se los he prestado a otro”. Así, el banco que presta más, tiene que dotar más, pero mientras su provisión esté dentro de los niveles que marca la ley, puede seguir prestando. Hasta la fecha, nuestros bancos están, incluso, por encima de esos niveles.
Ahora llego yo, la directora del Banco A Pajera Abierta, y me entero de que empezamos una época de crisis que no se sabe cuánto va a durar. Entonces, como he estudiado en Harvard (por eso soy la directora) me planteo: crisis-desempleo-menos ingresos, lo que llevará a retrasos en los pagos-fallidos-ejecución de embargos. Por tanto, estrategias a seguir:
1. No dar préstamos sin garantía (esos que dices que te concedían sin pedirlos, los préstamos rápidos de consumo).
2. Añadir más garantías a los préstamos con garantía (ya no me vale sólo con la casa como garantía del préstamo hipotecario, sino que quiero más avales y otras propiedades para asegurarme el cobro si baja el valor de la vivienda).
3. No conceder préstamos para la promoción de viviendas que ya no se van a vender: vetamos al sector inmobiliario, por haber sido malos.
4. Captación de ahorro como objetivo prioritario, con dos funciones: por un lado, me asegurará equilibrar el balance entre lo prestado (e impagado) y el pasivo (ahorro) y, por otro, si no me dedico a prestar dinero, de algo tengo que vivir (invirtiendo esos ahorros en el mercado interbancario o en productos a largo plazo).
El problema es que todos los directores de los bancos españoles han estudiado en Harvard, y todos me copian la idea, por lo que comienza lo que nosotros llamamos “guerra del pasivo”. Y, como en cualquier guerra, todo vale, desde el envío de cartas de amor a nuestros clientes (las que tú recibes), hasta el pago de intereses por encima del Euríbor y del interbancario. ¿Eso es bueno? Para los bancos, no, porque tienen que pagar muy caro el dinero que reciben, pero para los clientes sí, porque obtienen alta rentabilidad por un puñado de euros. Y, al mismo tiempo, y sin quererlo, al Estado le viene de perlas, porque con esa guerra los bancos están animando a los ciudadanos a que ahorren más, en lugar de, como antes, comprar ladrillo para pegar un pelotazo. Digamos que ahora se está volviendo al negocio bancario tradicional: captar ahorro de economías domésticas y conceder préstamos sobre seguro y, a ser posible, sobre la vivienda habitual. Y mi Banco A Pajera Abierta no es que no pueda conceder préstamos, es que no le interesa, no quiere correr riesgos para que siga siendo cierto eso de que la banca siempre gana.
Por cierto, respecto al fontanero, carpintero y pintor autónomos, en estos años pasados se podía escribir un libro. Si se te rompía un grifo, no encontrabas ni uno disponible en 100 km a la redonda, porque “ para esa chapucilla no me interesa ir, que tengo mucho trabajo”. Con suerte, encontrabas a uno que, tras cinco plantones, te enviaba a tu casa uno de esos 5 empleados (por supuesto, sin disculparse por los plantones, porque tenía mucho trabajo), que solía ser un inmigrante que en su vida había dado clases de fontanería y que había aprendido mirando al jefe. Total, que el infeliz te hace la chapuza y, cuando le pides la factura, te dice, asombrado por tal petición, que tiene que llamar al jefe. El jefe le cuenta que si quiero factura, me tiene que incrementar el precio acordado con el IVA. Y yo, que soy una ignorante del sector de las chapuzas, le comento que sobrentendí que el precio acordado ya incluía el IVA (¿acaso cuando vas a comprarte unos pantalones no llevan ya el IVA incluido en su precio?). “Nosotros siempre trabajamos así”, me dice el sudamericano. Y entonces me acuerdo de aquello de que “Hacienda somos todos, pero unos más que otros” y así va este país.
Con suerte, el grifo arreglado aguantará, porque si no... ¡A ver a quién le reclamo el arreglo defectuoso, porque no tengo factura!
Amiga@ Pajarera:
Es indudable que se te nota el "tirón gremial" a la hora de partir lanzas por la solvencia de los bancos. No voy a entrar a discutir sobre los entresijos bancarios, pero el hecho es que los bancos no sueltan dinero para compra de pisos (sólo para los préstamos de libro y aún así a regañadientes). En todo caso, mi impresión (el tiempo dirá quién tiene razón) es que hay muchas "cajas de San Quirico".
No seré yó quien se ponga a defender la ética profesional de los fontaneros, pero ese no era el eje de la cuestión, sino el hecho de que muchos autónomos y pequeñas empresas (los que crean empleo) se van a ver arrastrados a la ruina por la caída de las constructoras, multiplicando el efecto de la crisis.
Saludos.
Sombras Chinescas:
Cuando quieres decir pajera, dices pajarera... Quizá el subconsciente te juega una mala pasada y, en lugar de paja, ves pájaros en mi cabeza o pajarera.
Tal vez te sea desconocida la expresión "a pajera abierta" y de ahí tu dificultad para pronunciarla. En mi tierra es un dicho muy común, ¿en la tuya no?
Con la anécdota del fontanero, por otra parte real (aunque debería incluir también al carpintero, cristalero, albañil...) sólo he querido transmitir la idea de que, si bien ahora el panorama económico se presenta incierto y un tanto oscuro, lo que había anteriormente no era, por decirlo de alguna forma, normal. No era normal que prácticamente toda la economía de un país girara en torno a la construcción y que cualquier vecino espabilado jugara a ser especulador de terrenos o viviendas para enriquecerse con dinero negro a costa de los famosos "pases" de vivienda, o aguantando la venta con un precio usurero hasta que algún infeliz, el comprador de verdad, aceptara pagarlo como una condena eterna de por vida. Y, como no era normal, ha caído por su propio peso, como creo que todos esperábamos que sucediera algún día.
El fontanero del mercedes aparcado a los pies de la obra, ganaba cuatro veces más que yo y pagaba la mitad de impuestos. A su hija, el Estado le daba una beca para hacer un master en Europa. Al hijo de un asalariado se la denegaban, porque todos sus ingresos son dinero A y se pasaba del límite de ganancias. Bendita justicia social. Y, como todos miraban para otro lado, ha venido lo que tenía que venir, que se nos cae el castillo de arena de la economía.
No me confundas, yo no estoy en absoluto conforme con la crisis (que sí, que la hay) y considero, por supuesto, que encadena una bola de nieve que nos salpica a todos y para mal, pero si no hacemos caso a los indicadores de alerta, que bien clarito nos estaban avisando, ahora tenemos que apechugar con las consecuencias.
En cualquier caso, la economía se mueve en ciclos, y sólo por estadística ya nos iba tocando uno de vacas flacas. Lo que cabría, en este momento, es tomar medidas (como ha hecho mi Banco A Pajera Abierta) que, dejando al sector inmobiliario en el lugar que realmente debe estar (y no en esa burbuja en la que flotaba tan a gusto) apueste por una economía diversificada: industria, exportación de materias primas, agricultura y ganadería, energía, nuevas tecnologías...
Si estuviéramos en manos de un gobierno capaz, la crisis, aún siendo una época de menos alegrías, no tendría por qué convertirse en una catástrofe. Pero, con un gobierno que sólo busca medidas populistas, en su único objetivo de mantenerse en el poder, me temo que vamos a pasar las de Caín y Abel.
¿Dónde estudió ZP? En Harvard no, seguro...
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