El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

jueves, 26 de febrero de 2009

Hipocresía ominosa, sinceridad obscena

El lunes, el presidente del BBVA, el segundo banco del país, afirmaba sin pudor alguno que el gobierno debería intervenir en el futuro alguna entidad financiera para, acto seguido, reafirmarse en la postura de que los bancos debían seguir restringiendo el crédito. Esto es: que el estado, con el dinero de todos, salve el culo de los bancos que se lo jugaron en inventos de ingeniería financiera y, mientras tanto, que el conjunto de la banca siga acogotando a la economía patria al estrangular casi por completo el crédito a particulares y PYMES. Habrá quien recurra al argumento que la salud de la banca es necesaria para el correcto funcionamiento de la economía; por supuesto, el resto de las empresas, sobre todo las pequeñas, que son las que generan la mayoría del empleo en España, son prescindibles y pueden irse al garete sin que esto nos obligue a torcer el gesto.

Estamos llegando a l despropósito de que no es que los bancos no presten a las empresas insolventes, sino que los bancos están convirtiendo en insolventes a las empresas por su persistente tozudez en negarse a financiarlas. Mejor que salvar el pellejo de estas entidades “tóxicas”, sería que el estado hiciese llegar directamente el dinero al tejido económico. Las últimas cifras hablan de veinte mil millones de Euros, es decir, que les hemos avalado a los bancos cuatrocientos millones de euros por español, y el secretado de estado de Economía, David Vegara, anuncia que este año el estado aportará cien mil millones más, esto es dos mil millones de Euros por español. Para los que jamás llegaremos a ver tanto dinero junto ni en “afoto”, esto no es sólo una locura, sino profundamente impúdico e inmoral.

Mientras tanto, el responsable de nuestros dineros, confesaba pública y notoriamente que anhelaba librarse del cargo (y del muerto), y además lo hacía riéndose y con indudable sorna, ajeno a que a todas las víctimas del hundimiento económico (del que el en buena parte es responsable) se les ha acabado el sentido del humor, especialmente para según qué cosas. Está claro que no sabe cómo lidiar el morlaco y, para más INRI, ahora se pavonea de que no quiere hacerlo. La solución es fácil: pásele el capote a otro.

No lo verán mis ojos.

6 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Yo entiendo que todos estén indignados con los bancos, pero hay un problema: el Estado no puede hacer de banco, sólo los bancos pueden hacer de bancos, y por desgracia son un engranaje imprescindible para la economía. Además, es imposible obligarles a dar crédito si ellos no lo ven claro, son empresas que buscan beneficio, y o los coges del cuello o nunca prestarán dinero a un moroso en potencia (y con la crisis, muchas empresas lo son). Es la pescadilla que se muerde la cola, un callejón sin salida, pero en mi opinión no se puede demonizar a los bancos. Que conste que no tengo nada que ver con el sector bancario, soy profesor, y manifiesto esta opinión desde el respeto a quien piensa otra cosa.

Un saludo.

Juan Carlos Garrido dijo...

Jose Miguel:

En primer lugar, la mitad del sistema bancario, las cajas, es público, por lo que el estado sí que puede hacer de banquero. En tanto que los bancos sean autosuficientes, el estado no puede obligarles a nada, pero, en el momento que reciben dinero público, ya es otro cantar, y el estado debería dejar claro bajo qué condiciones les concede apoyo. Por supuesto que los bancos son imprescindibles, pero no más que el resto de empresas que se está yendo a pique.

En siguiente lugar, según un estudio de la cámara de comercio, el 80% de las solicitudes de crédito de PYMES fue rechazada en enero ¿Son morosos potenciales el 80% de las empresas? En ese caso, sería mejor echar el cerrojo al país y nos vamos todos a otro.

Y para concluir, sí que se puede demonizar a los bancos: si se comportan como el mismo demonio, que viene a ser el caso.

Saludos y bienvenido a esta página.

José Miguel Ridao dijo...

Gracias por la bienvenida, parece que estamos discutiendo, en el buen sentido de la palabra. Nuestras opiniones difieren: en cuanto a la banca pública, me refiero a que sería malo que todo estuviera en manos del sector público (vendieron Argentaria y ahora se arrepienten). Creo que los bancos son igual de imprescindibles que las empresas: sin bancos no hay empresas (es cierto que sin empresas no hay bancos, pero el banco hace de engranaje). Por lo que respecta a demonizar, eso es totalmente subjetivo. En mi opinión no se comportan como demonios, pero me temo que estoy en minoría...

Un saludo cordial.

José Miguel Ridao dijo...

Gracias por la bienvenida, parece que estamos discutiendo, en el buen sentido de la palabra. Nuestras opiniones difieren: en cuanto a la banca pública, me refiero a que sería malo que todo estuviera en manos del sector público (vendieron Argentaria y ahora se arrepienten). Creo que los bancos son igual de imprescindibles que las empresas: sin bancos no hay empresas (es cierto que sin empresas no hay bancos, pero el banco hace de engranaje). Por lo que respecta a demonizar, eso es totalmente subjetivo. En mi opinión no se comportan como demonios, pero me temo que estoy en minoría...

Un saludo cordial.

Mery dijo...

Ante esta pescadilla que se muerde la cola hay poco que añadir y estaremos naufragando hasta que la solución llegue al alcance de todos los eslabones de la cadena.
Es difícil separar el problema de los bancos del resto de la res económica.

Por otro lado es triste que en este país se le conceda tan poca importancia a las PYMES, que, como bien se sabe, generan tantos puestos de trabajo. Al empresario siempre se le ha mirado con desconfianza, pero ese es otro cantar, para qué ahondar en el tema.

Juan Carlos Garrido dijo...

En efecto, Mary, no sólo con desconfianza sino con resquemor.

Saludos.