Es
preciso permanecer unos cuantos días sin acceso a internet para comprobar que
no sucede nada por dejar de consultar el correo electrónico, que se puede vivir
unas horas dejando abandonado esa suerte
de apéndice artificial que es el teléfono móvil.
Conviene
disfrutar de unas jornadas, aunque sean
apenas cuatro, en las que el tiempo pasa de ser un bien escaso, del que nunca
se dispone bastante, a algo que debe matarse paseando por el camino de Muñoyerro
o charlando en la plaza.
Y es
necesario haber constatado lo anterior para plantearse si todos estos
artefactos, paradigmas del mundo moderno, que acostumbramos a considerar
imprescindibles, o tan comunes que ni siquiera nos cuestionamos su uso, de
veras están a nuestra disposición o, en realidad, sucede al contrario; si somos
beneficiarios del progreso o sufrimos sus daños colaterales.
Comprenderán, entonces, que me disculpe de nuevo por estas intermitencias estivales.
2 comentarios:
los sufrimos, ya tenemos dependencia, pero somos nosotros los que no progresamos, buenas intermitencias te deseo.
Dormir con manta en Julio siempre es bueno aunque sea intermitente.
Saludos.
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