El hombre, en la superficie de la tierra, no tiene derecho a dar la espalda e ignorar lo que sucede en el mundo.

Fiódor Dostoievski (El jugador)

lunes, 14 de abril de 2008

Y, al que no quiera ser libre, le obligaré a serlo

Esto era lo que decía “Pepone”, el alcalde comunista del pueblo de “Don Camilo”; algo no demasiado diferente viene a ser el nuevo ministerio de la igualdad.

Es típicamente socialista (en realidad debería decir PSOE-ista, pues se confunde la parte con el todo) esto de “imponer” la libertad a golpe de ley, y típicamente zapaterista esto de tratar de concretar conceptos abstractos y difusos, si se me permite la antinomia, como la “alianza de civilizaciones” o el “ministerio de la igualdad”.

En todo caso, esta forma de pretender forzar la igualdad a base de decreto y calculadora en ristre, lo que provoca justamente es generar mayor desigualdad e injusticia. Si se desea de verdad fomentar la igualdad, lo que hay que hacer es crear las circunstancias que la favorezcan, como por ejemplo que haya plazas de educación infantil para todos los que las soliciten (en Madrid son algo casi tan extraordinario como los pisos de protección oficial), que estos centros no cierren todo el verano, fiestas locales, nacionales y extracomunitarias, así como que no te manden el niño de vuelta a casa porque tenga un resfriado y treinta y siete grados y medio (no estaría de más que contasen con una suerte de mini-hospital para estos casos).

Y lo peor de todo es que estos pseudoministerios, sin funciones reales, lo que hacen es gastarse un Potosí, que pagamos los ciudadanos de a pie con nuestros impuestos, en inútiles campañas publicitarias (cómo se explican si no el sorprendente mamporrerismo de todas las televisiones durante la campaña).

No estaría de más que este ministerio se emplease a fondo en que cualquier ciudadano, con independencia de que viva en Andujar, en Irún o en Sabadell, tenga los mismos derechos, pero, no sé por qué, me da que no van a ir por ahí los derroteros.

5 comentarios:

Pablo Silvoni dijo...

Hola Juan Carlos,

Muy ingenioso el título, ser libre a la fuerza. Nada mas alejado de la libertad que la obligación de serlo.

Pues si que los sofistas de tu país te hacen escribir mucho por lo que veo, y lo peor sufrir.

Has leído a "Facundo (Civilización y Barbarie)" de Domingo Faustino Sarmiento?

Lo escribió en el exilio de su país, la Argentina en el siglo XIX.

Ese como tantos libros clásicos nos cuentan en que terminan los sofistas prácticos de la nada.

Nada mejor que combatir con la pluma y la palabra, ya que con la espada seríamos subversivos...

Te mando un gran abrazo y que Dios te bendiga siempre,

Pablo

Juan Carlos Garrido dijo...

Pablo:

No tengo el gusto de haber leído el libro que citas, pero lo haré si tengo ocasión, algo complicado, ya que aquí es extremadamente dufícil conseguir un libro que tenga más de un par de años de antiguedad.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

eso, quiero tener los mismos derechos, aquí, en castilla y león, que en madrid o que en otros sitios, me apunto, por ejemplo, tener internet en cualquier lugar, o telefonía móvil... ¿o tú e referías a otros sitios y otros derechos?

Juan Carlos Garrido dijo...

Por supuesto, yo me refiero a todos los derechos. Lo que está por ver es qué entiende por igualdad el nuevo ministerio.

Saludos.

Juan Antonio González Romano dijo...

La igualdad casi siempre ha estado reñida con la justicia. Dicho de otro modo: la igualdad debe estar en la base, en elorigen (igualdad de oportunidades). Una vez sentada esa base, hay quienes la aprovechan y quienes no, y no sería justo premiar a todos por igual. Eso nos pasa en educación: todo el alumnado tiene los mismos derechos de inicio,pero... ¿tengo que tratar por igual al que, al cabo del tiempo, se ha esforzado por merecer esos derechos que al que los ha pisoteado o ignorado? ¿No es eso injusto?