En esta obra de Juan Manuel de Prada, con la que ganó el premio primavera de novela, se entrelazan dos historias independientes vinculadas de un modo un tanto artificial. Una de ellas es la de un escritor acosado por una admiradora, aquejada de trastornos piscóticos, que está convencida de que está embarazada de él, cuando en realidad el culpable es un violinista canadiense. La otra relata la historia de una pin-up que se acaba convirtiendo en una psicópata asesina.
A pesar de que en esta ocasión Prada hace gala de una prosa exquisita, superior incluso a la de “Las máscaras de héroe” (prueba irrefutable de que nadie deja de aprender), ambos argumentos están desaprovechados y rematados de una forma bastante chapucera, y el primero de ellos por momentos se me antoja un poco largo.
En esta obra, el autor ha tratado de bucear en ese “lado oscuro” que todos tenemos tan cerca y que Auster retrató a la perfección en sus primeras novelas, pero el intento ha resultado fallido.
A mi entender, lo que marca la diferencia entre un gran escritor y un buen escribidor es la capacidad que debe tener el primero para trascender la naturaleza humana y perfilar un personaje con un solo gesto o una frase; a pesar de la maestría indudable y envidiable que exhibe Prada en el manejo del lenguaje, no logra lo primero.
Los personajes de Prada respiran, pero no transpiran; hay en ellos un aire de impostada perfección que impide que puedan resultar verosímiles. Además, la trama se adivina forzada por momentos, retorcida en contra de toda lógica para encajar unas escenas con otras, como es el caso del final del libro.
En cuanto al estilo, existe una particularidad común a los tres libros suyos que he leído, y es que están narrados en primera persona, si bien, a menudo, parece como si estuviesen relatados por un narrador omnisciente. Esta técnica, que en “Las máscaras del héroe” estaba administrada con maestría, en este caso “chirría” en cierta medida, pues en ocasiones el narrador es demasiado omnisciente y acaba restando credibilidad al libro.
A pesar de esta crítica sanguinaria, el libro se deja leer razonablemente bien y es muy superior a la mayoría de lo que se publica. Quizás, después de leer “Las máscaras del héroe”, uno fija unas expectativas y unos baremos demasiado altos.
En todo caso, Juan Manuel de Prada no deja de ser alguien muy joven, cinco años menos que yo, y que pasa demasiado tiempo entre libros. Es posible que esté demasiado apartado del mundo real, encaramado en su torre de marfil de sesudo escritor, como para poder plasmarlo fidedignamente (o al menos de forma plausible).
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3 comentarios:
Es lo que suele achacarse a Prada: tiene más de leído que de vivido y sus obras se resienten de falta de vida y exceso de literatura. Aun así, coincido en que es un escrfitor meritorio, por encima de la media.
Yo, de momento, lo próximo suyo que pienso leer es "El silencio del patinador", un libro de cuentos donde estas cosas se totan menos.
Ya contaré.
Prada es unoi de los tíos que mejor escribe, sin duda alguna. Daría un brazo por su estilo.
Y el daría uno suyo, en losúltimos tiempos, por cualquier trama que no fuera una chorrada, me temo.
Las mnáscaras del héroe es una obra maestra, pero esta vida invisible, o los siete velos, son tonterías bien escritas.
y es que si el mejor escultor del mundo se dedica a tallar boñigas, peus pasa lo que pasa...
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